Todo comenzó cuando el planeta Satién explotó...
Todo comenzó cuando el planeta Satién explotó...
Un planeta llamado Satién
Creados y ayudados por la Dimensión Perfecta, los mundos regulares habían llegado a un perfecto desarrollo en sus formas y facultades. El hombre de la realidad regular estaba estructurado de acuerdo a su realidad y con el proceso dinámico de su energía mental. El desarrollo acompañaba la evolución y elevación de sus ángulos, los cuales se habían encajado perfectamente según las imágenes creadas por la imaginación del Creador. La energía mental se encontraba cincelada y concordaba plenamente con la verdad de su existencia.
El hombre de la realidad regular se encontraba en la plenitud de su conciencia y esa cualidad era transmitida a todos por igual en el Universo cósmico. Este hombre, enseñado y guiado por conciencias vibratorias de alto nivel, había conseguido la máxima expresión mental. Las energías-pensamientos podían, a través de él, configurar un contexto mayor y una asimilación energética de gran alcance.
Para beneplácito de sus creadores —la Dimensión Perfecta— el hombre de la realidad regular consiguió un desenvolvimiento mayor de lo esperado: se desarrolló plenamente y a tal grado que pudo evolucionar y elevar de acuerdo a sus propias experiencias y vivencias, y creó para sí mismo un Universo lleno de conocimiento que lo ayudó a depurarse y a elevar.
Esta historia comenzó cuando el hombre de la realidad regular estaba totalmente formado, elevado y maravillosamente evolucionado. Las jerarquías universales se encontraban perfectamente ordenadas y los hombres diseminados en los miles de planetas del Universo cumplían a cabalidad los trabajos designados para cada uno de ellos. La dimensión regular se había ordenado de tal manera que la interacción entre ellos era a todo nivel: científico, tecnológico, artístico, etcétera. Las dimensiones se retroalimentaban entre sí, permitiendo con ello que el conocimiento se expandiera y alcanzara la uniformidad, el balance y el equilibrio de la mente universal.
Cuando alcanzó el máximo grado de evolución y elevación, la realidad regular se responsabilizó por la mitad de su burbuja-esfera —o sea, por los mundos inferiores— y esa responsabilidad les dio el derecho de estudiar e indagar todo proceso energético del vasto Universo. Así, pues, una de las formas asequibles que encontraron para su estudio e investigación fue la colonización.
Las colonizaciones se nutrieron de gran conocimiento y, a través de ello, fueron encontrando métodos, técnicas y creaciones con nuevas fórmulas. Pudieron develar los misterios de la vida y de la creatividad. La investigación y el estudio profundo les permitieron también analizar al Universo; descubrieron que este existía y se mantenía por infinidad de secuencias matemáticas que funcionaban con perfección absoluta. Los colonizadores tuvieron que adaptarse rígidamente a esas secuencias: esto significó que tenían que realizar la colonización de acuerdo con ellas; si no era así, la colonización corría el riesgo de ser un fracaso dentro del contexto creativo universal.
La realidad regular indagó, investigó, colonizó, experimentó, vivenció y creó. Un tiempo inimaginable pasó para que pudiésemos explicar la amalgama de sucesos transcurridos y vividos; es imposible contener en una sola palabra el proceso de existencia que esos seres absorbieron en conocimientos, experiencias y formas de vida. Este cúmulo de sabiduría se fue expresando poco a poco en el Universo infinito,lleno siempre de nuevas realizaciones. Cuando pensaban haber terminado, todo comenzaba de nuevo. La realidad regular tuvo que acompañar muy de cerca el trasfondo de la mente universal. No fue fácil; solo lo pudieron lograr en el transcurso de la evolución y elevación de sus energías-pensamientos.
Las colonizaciones trajeron consigo mucho sufrimiento y transformaciones para el hombre de esas realidades energéticas. Tuvieron dolorosas mutaciones químicas, genéticas, psíquicas y más, porque los seres que colonizaban debían adaptarse al medio ambiente en que se desarrollaban. Esas transformaciones dieron lugar a nuevas especies que, al mezclarse con otras, formaban otras, y así infinitamente.
La especie hombre de la realidad regular fue una de las pocas que preservó la autenticidad de su fórmula original. Ellos se conservaron puros hasta que comenzaron a colonizar otros planetas y otras realidades. El descenso y la adaptación a otra gravedad de vida los fue transformando. A pesar de todo, el ser ayapliano de la dimensión regular conservó siempre las fórmulas básicas de la creatividad.
A la especie creada en los laboratorios de la Dimensión Perfecta e implantada en la realidad regular, que conservó la base pura de su creatividad, se le llamó ayapliana. Todas las especies forma hombre diseminadas en el Universo inferior derivan de un solo linaje y de una sola especie ayapliana. Y es a esta especie a la que toda la realidad inferior debe la evolución, la elevación y la vida.
Es la especie ayapliana la que comanda al Universo hombre; son ellos los encargados de nutrir con ideas y de alimentar al Universo con el conocimiento cósmico y universal. Son aquellos que reciclan las energías-pensamientos y las convierten en ideas. Son las cúpulas centrales, las glándulas pineales del Universo.
Cuando la Dimensión Perfecta vio a su criatura desarrollarse plenamente en la realidad inferior, la dejó libre para que tomase su propia responsabilidad y creciese según sus propios parámetros de existencia: le otorgó el libre albedrío de escoger y de formarse a sí misma. La Dimensión Perfecta le dio el conocimiento superior para que pudiese elevar, mas para que pudiese evolucionar debía adquirir toda la experiencia y vivencia que su realidad inferior le proporcionaba. De esta manera el hombre del Universo pudo realizar sus dos objetivos: elevar y evolucionar.
Así, pues, cuando los ayaplianos se sintieron totalmente preparados, evolucionados y elevados, entendieron que había llegado el momento de expandirse, de plantar sus semillas en otras realidades de vida. De esta forma adquirieron más conocimiento, que les sirvió para crear nuevas y constantes ideas que nutrirían a la mente universal y la reciclarían de energías-pensamientos con nuevas experiencias y vivencias. De este modo mantendrían a la mente siempre activa, dinámica y joven.
Todo lo existente, toda especie, planeta, constelación y creatividad del Universo, tiene su origen ayapliano. Ellos son seres antiquísimos, sabios y originalmente puros. Son los verdaderos hijos de las dimensiones superiores. Todos los demás se originaron de su descendencia.
Nuestra historia comienza cuando las civilizaciones ayaplianas se encontraban totalmente evolucionadas y elevadas. El hombre ayapliano salió de su ámbito de vida, con el propósito de aumentar su sabiduría y explayarse en el infinito de la creatividad.
Los ayaplianos son altos, delgados, de ojos claros, grandes y rasgados, de brazos y piernas finas, dedos alargados, sin cabellos ni pelos, piel tersa y ligeramente castaña. Son seres eternos y completamente energéticos; se alimentan de energía y viven en el helio. Como la dimensión regular se encuentra muy cerca de la Dimensión Perfecta, la consistencia de sus cuerpos es delicada, muy liviana y ligeramente transparente.
Para realizar las colonizaciones, los ayaplianos tuvieron que adaptar la energía delicada de sus cuerpos a la densidad secundaria y primaria. La adaptación fue comprobada primero por los científicos en el laboratorio experimental, antes de que se realizara en los planetas escogidos. Por este motivo las colonizaciones se efectuaron lentamente.
La energía ayapliana se tenía primero que adaptar al medio ambiente en que se desarrollaba. En el transcurso de la adaptación fue adquiriendo características muy propias de su entorno. Consecuentemente, fue asimilando la densidad en el descenso. Y al hacerlo fue perdiendo su delicadeza, su ligereza y su transparencia. De esta manera se fueron creando muchas razas ayaplianas, que al compararse unas con otras, habían perdido la imagen y semejanza de su origen.
Era triste comprobar que, para los ayaplianos, muchos de los planetas de la realidad secundaria, especialmente los planetas más cercanos a la realidad primaria, presentaban grados aplastantes de gravedad densa, que no les permitía una colonización perfecta o una adaptación adecuada. Esto significó que la realidad primaria se encontrara en peores condiciones, porque no ofrecía ninguna posibilidad de colonización ni de vida.
Las colonizaciones se efectuaron por un proceso gradual de la energía. Esto significó que los seres que habían colonizado un planeta y se habían adaptado completamente a la densidad serían quienes colonizarían el siguiente, puesto que una densidad mayor ya no los afectaría: con la adaptación asimilada, ellos podían soportar la gravedad, porque sus cuerpos ya estaban acostumbrados a ella. Todo planeta colonizado era primero preparado por los ayaplianos, quienes implantaban el reino vegetal y luego el reino animal. Así comprobaban, a través de las implantaciones, el grado de densidad y el desarrollo de la energía.
Cuando todo se encontraba en perfecto desenvolvimiento, entonces la colonización de seres se efectuaba: familias completas eran trasladadas en grandes naves y acomodadas en diferentes partes del planeta, para estudiar su comportamiento y desarrollo en diversas zonas climáticas, que muchas veces alteraban la energía. Tenían que adaptarse para su propia sobrevivencia. Los colonos estaban conscientes de que, una vez adaptados, no podrían regresar a su planeta de origen. Se quedarían en el nuevo planeta, investigándolo profundamente y pasando los datos descubiertos a las realidades superiores. A los colonos voluntarios la Confederación Cósmica les otorgaba la responsabilidad total por el planeta y por su descendencia.
Así se formaron los voluntarios, seres científicos dispuestos a todo para difundir la energía-pensamiento hasta los confines del Universo y poder también, a través de las investigaciones, mejorar al todo y mantenerlo sano, activo, dinámico y actualizado.
Los seres científicos abarcaban todas las áreas del conocimiento. Su sabiduría era completa y milenaria y estaban totalmente provistos de todas las herramientas necesarias para sus investigaciones y descubrimientos. Grandes laboratorios eran montados con todos los adelantos tecnológicos, todo era estudiado y analizado minuciosamente, nada escapaba y cada descubrimiento se grababa en los cristales para la eternidad de la sabiduría universal.
Los ayaplianos voluntarios comenzaron a colonizar el Universo. El descenso se efectuaba gradualmente, para evitar cualquier interferencia energética que los pudiera contaminar o enfermar. Así, también el Universo se expandió, se interconectó y creció en sabiduría. Fue una ardua labor de evolución y elevación. La realidad secundaria fue colonizada y esos planetas se desarrollaron maravillosamente con todo esplendor y desenvolvimiento.
La realidad regular estaba totalmente complacida de ver a sus hermanos e hijos diseminados en el vasto Universo, unidos como una sola familia y un solo ser. El Universo se encontraba en plena armonía y amor. El conocimiento nutría a las realidades. Eran todos, eran uno.
Hasta que un día la Confederación Cósmica de planetas se enfrentó con un serio problema. El planeta y los seres del planeta secundario Satién, que estaba ubicado en la constelación de Urzo, comenzaron a presentar síntomas extraños en su energía: no reciclaban el conocimiento cósmico. Esto significaba que no se nutrían de la sabiduría universal, lo que les producía inercia y lentitud en la elaboración y captación de pensamientos. Y al tener esta anomalía, se retroalimentaban de sus propios pensamientos, formando un círculo vicioso y retroactivo.
Tenemos que recordar que en el primer libro —El Ser Uno I – Los Arcanos de Thoth— los ayaplianos del planeta Satién, y otros, se fueron adaptando en el transcurso de la evolución, de tal forma que muchos de ellos conservaron su energía ayapliana intacta, mientras que otros reformularon las fórmulas básicas para adaptarlas al medio ambiente en que se desarrollaron.
La atmósfera del planeta Satién se encontraba cargada de iones, y esa carga condensada fue la que causó la transformación molecular que tuvieron, porque todo el ambiente energético se sobrecargó de electricidad y, al ocurrir esto, sus cerebros no soportaron la carga adicional de electricidad. La energía material comenzó a adaptarse a la elevada carga de electricidad, lo que ocasionó la transformación molecular. Poco a poco fueron endureciendo la energía para su propia protección. Por otro lado, las energías-pensamientos de estos seres se volvieron lentas, porque al estar cargadas de electricidad sobrecargaron los circuitos cerebrales y neutralizaron el pase energético.
Alertada la Confederación Cósmica de Alfa Centauri, las Pléyades y Orión decidieron reunir un grupo de voluntarios científicos, quienes se encargarían de hacer un estudio profundo en el planeta Satién para determinar las causas ambientales y el porqué de la ionización de la atmósfera.
Escogieron a un grupo de voluntarios científicos de cuatro planetas pertenecientes a las Pléyades, los cuales estaban bajo el comando del planeta Morlem. Este grupo se encargaría de estudiar profundamente el problema ambiental y el comportamiento cerebral de los seres de Satién. Fueron escogidos 66 voluntarios, quienes debían descender al planeta y convivir con los densificados de Satién, estudiar las reacciones alteradas del planeta y de los seres.
Los 66 voluntarios científicos comandados por Luzbel, uno de los más grandes científicos del planeta Morlem, se prepararon para el viaje. Llevaban consigo un bagaje extraordinario de sabiduría milenaria, que los ayudaría a descubrir lo que estaba sucediendo.
Partieron en una gran nave laboratorio, tecnológicamente preparada, que surcaría el espacio sideral. Todos confiaban en que regresarían lo más pronto posible con las respuestas que la Confederación requería. El viaje se realizó sin ningún contratiempo. Cuando llegaron al planeta Satién, y para evitar una posible contaminación, se instalaron en la parte más fría del planeta —los polos—, porque así la ionización no podía afectarlos. Satién no se encontraba completamente desarrollado. El planeta había retrasado su evolución y la elevación aún estaba en proceso de definición por la lentitud de sus energías-pensamientos, que se encontraban densificadas. La falta de evolución les había causado muchos problemas. Tanto el planeta como los seres se encontraban en un nivel vibratorio bajo y denso, y esa vibración los estaba envolviendo en un retardo secuencial que cada vez se convertía en un problema mayor.
La nave laboratorio se instaló en el Polo Sur del planeta. Luzbel y su grupo comenzaron las investigaciones. Después de muchos estudios y descubrimientos profundos, llegaron a la conclusión de que el planeta Satién estaba ionizado por la emanación de las energías-pensamientos que los seres del planeta elaboraban en sus cerebros. Esas energías-pensamientos ionizadas se habían colocado alrededor del planeta y habían formado una malla densa, calorífica y extremadamente violenta.
Esta malla formaba cúmulos gaseosos de electricidad condensada, la cual explotaba en forma de tormentas, tornados, lluvias torrenciales y, sobre todo, en descargas eléctricas. Estas descargas eran tan violentas e intensas que al caer en el planeta electrificaban la tierra, las semillas cultivadas absorbían la energía descontrolada, y en un círculo vicioso, los habitantes se alimentaban de todo el descontrol energético, que a su vez afectaba la salud de su energía.
Era un círculo energético enfermo, que había sido creado por los mismos habitantes. Por otro lado descubrieron que toda la tecnología que existía en el planeta trabajaba en concordancia con la misma electricidad descontrolada. Con ello se afectaban los sentidos y aparecían enfermedades extrañas que los seres de Satién no podían entender, evitar, y menos curar.
La electricidad descontrolada era la base de todo el problema del planeta Satién. La ionización también estaba perjudicando profundamente sus mentes: los seres se tornaban cada vez más violentos, agresivos, inconformes, tristes y angustiados, porque la malla calorífica cargada de iones alrededor del planeta los estaba enloqueciendo. La luz que el planeta absorbía de su Sol se filtraba a través de los iones, que la distorsionaban. Así, cuando esta llegaba a la superficie del planeta, estaba totalmente cargada de una luz artificial que producía una carga eléctrica adicional que también afectaba la energía.
Cuando los seres respiraban la energía cargada de iones, reaccionaban coléricamente y con mucha violencia. Los problemas se agravaron con el transcurso de los tiempos. La tecnología y la ciencia afianzaron aun más las consecuencias negativas y llevaron al planeta a un estado deplorable, porque usaron indebida e indiscriminadamente los recursos que el planeta les ofrecía. La supuesta tecnología y ciencia crecieron de acuerdo con ello, contaminando y profundizando más el problema existente.
El planeta Satién estaba muy enfermo. La electricidad, las ondas vibratorias y la densidad de la ionización estaban acabando con el planeta. Los habitantes, ignorantes de todas las consecuencias negativas producidas por ellos mismos, continuaban elaborando nuevas tecnologías que ellos denominaban progreso, modernidad, avance y evolución. El planeta Satién se encontraba inmerso y dentro de una gran estufa calorífica electrificada de iones descontrolados, que en el transcurso del tiempo ocasionaría una tremenda condensación energética de inmensas proporciones que se podía comparar a una bomba nuclear.Luzbel y su grupo de científicos comunicaron a la Confederación Cósmica todo lo que estaba aconteciendo. Propusieron una inmediata y urgente concientización del planeta, aduciendo que el despertar de conciencia produciría lo siguiente en los habitantes de Satién
Un planeta llamado Satién
Creados y ayudados por la Dimensión Perfecta, los mundos regulares habían llegado a un perfecto desarrollo en sus formas y facultades. El hombre de la realidad regular estaba estructurado de acuerdo a su realidad y con el proceso dinámico de su energía mental. El desarrollo acompañaba la evolución y elevación de sus ángulos, los cuales se habían encajado perfectamente según las imágenes creadas por la imaginación del Creador. La energía mental se encontraba cincelada y concordaba plenamente con la verdad de su existencia.
El hombre de la realidad regular se encontraba en la plenitud de su conciencia y esa cualidad era transmitida a todos por igual en el Universo cósmico. Este hombre, enseñado y guiado por conciencias vibratorias de alto nivel, había conseguido la máxima expresión mental. Las energías-pensamientos podían, a través de él, configurar un contexto mayor y una asimilación energética de gran alcance.
Para beneplácito de sus creadores —la Dimensión Perfecta— el hombre de la realidad regular consiguió un desenvolvimiento mayor de lo esperado: se desarrolló plenamente y a tal grado que pudo evolucionar y elevar de acuerdo a sus propias experiencias y vivencias, y creó para sí mismo un Universo lleno de conocimiento que lo ayudó a depurarse y a elevar.
Esta historia comenzó cuando el hombre de la realidad regular estaba totalmente formado, elevado y maravillosamente evolucionado. Las jerarquías universales se encontraban perfectamente ordenadas y los hombres diseminados en los miles de planetas del Universo cumplían a cabalidad los trabajos designados para cada uno de ellos. La dimensión regular se había ordenado de tal manera que la interacción entre ellos era a todo nivel: científico, tecnológico, artístico, etcétera. Las dimensiones se retroalimentaban entre sí, permitiendo con ello que el conocimiento se expandiera y alcanzara la uniformidad, el balance y el equilibrio de la mente universal.
Cuando alcanzó el máximo grado de evolución y elevación, la realidad regular se responsabilizó por la mitad de su burbuja-esfera —o sea, por los mundos inferiores— y esa responsabilidad les dio el derecho de estudiar e indagar todo proceso energético del vasto Universo. Así, pues, una de las formas asequibles que encontraron para su estudio e investigación fue la colonización.
Las colonizaciones se nutrieron de gran conocimiento y, a través de ello, fueron encontrando métodos, técnicas y creaciones con nuevas fórmulas. Pudieron develar los misterios de la vida y de la creatividad. La investigación y el estudio profundo les permitieron también analizar al Universo; descubrieron que este existía y se mantenía por infinidad de secuencias matemáticas que funcionaban con perfección absoluta. Los colonizadores tuvieron que adaptarse rígidamente a esas secuencias: esto significó que tenían que realizar la colonización de acuerdo con ellas; si no era así, la colonización corría el riesgo de ser un fracaso dentro del contexto creativo universal.
La realidad regular indagó, investigó, colonizó, experimentó, vivenció y creó. Un tiempo inimaginable pasó para que pudiésemos explicar la amalgama de sucesos transcurridos y vividos; es imposible contener en una sola palabra el proceso de existencia que esos seres absorbieron en conocimientos, experiencias y formas de vida. Este cúmulo de sabiduría se fue expresando poco a poco en el Universo infinito,lleno siempre de nuevas realizaciones. Cuando pensaban haber terminado, todo comenzaba de nuevo. La realidad regular tuvo que acompañar muy de cerca el trasfondo de la mente universal. No fue fácil; solo lo pudieron lograr en el transcurso de la evolución y elevación de sus energías-pensamientos.
Las colonizaciones trajeron consigo mucho sufrimiento y transformaciones para el hombre de esas realidades energéticas. Tuvieron dolorosas mutaciones químicas, genéticas, psíquicas y más, porque los seres que colonizaban debían adaptarse al medio ambiente en que se desarrollaban. Esas transformaciones dieron lugar a nuevas especies que, al mezclarse con otras, formaban otras, y así infinitamente.
La especie hombre de la realidad regular fue una de las pocas que preservó la autenticidad de su fórmula original. Ellos se conservaron puros hasta que comenzaron a colonizar otros planetas y otras realidades. El descenso y la adaptación a otra gravedad de vida los fue transformando. A pesar de todo, el ser ayapliano de la dimensión regular conservó siempre las fórmulas básicas de la creatividad.
A la especie creada en los laboratorios de la Dimensión Perfecta e implantada en la realidad regular, que conservó la base pura de su creatividad, se le llamó ayapliana. Todas las especies forma hombre diseminadas en el Universo inferior derivan de un solo linaje y de una sola especie ayapliana. Y es a esta especie a la que toda la realidad inferior debe la evolución, la elevación y la vida.
Es la especie ayapliana la que comanda al Universo hombre; son ellos los encargados de nutrir con ideas y de alimentar al Universo con el conocimiento cósmico y universal. Son aquellos que reciclan las energías-pensamientos y las convierten en ideas. Son las cúpulas centrales, las glándulas pineales del Universo.
Cuando la Dimensión Perfecta vio a su criatura desarrollarse plenamente en la realidad inferior, la dejó libre para que tomase su propia responsabilidad y creciese según sus propios parámetros de existencia: le otorgó el libre albedrío de escoger y de formarse a sí misma. La Dimensión Perfecta le dio el conocimiento superior para que pudiese elevar, mas para que pudiese evolucionar debía adquirir toda la experiencia y vivencia que su realidad inferior le proporcionaba. De esta manera el hombre del Universo pudo realizar sus dos objetivos: elevar y evolucionar.
Así, pues, cuando los ayaplianos se sintieron totalmente preparados, evolucionados y elevados, entendieron que había llegado el momento de expandirse, de plantar sus semillas en otras realidades de vida. De esta forma adquirieron más conocimiento, que les sirvió para crear nuevas y constantes ideas que nutrirían a la mente universal y la reciclarían de energías-pensamientos con nuevas experiencias y vivencias. De este modo mantendrían a la mente siempre activa, dinámica y joven.
Todo lo existente, toda especie, planeta, constelación y creatividad del Universo, tiene su origen ayapliano. Ellos son seres antiquísimos, sabios y originalmente puros. Son los verdaderos hijos de las dimensiones superiores. Todos los demás se originaron de su descendencia.
Nuestra historia comienza cuando las civilizaciones ayaplianas se encontraban totalmente evolucionadas y elevadas. El hombre ayapliano salió de su ámbito de vida, con el propósito de aumentar su sabiduría y explayarse en el infinito de la creatividad.
Los ayaplianos son altos, delgados, de ojos claros, grandes y rasgados, de brazos y piernas finas, dedos alargados, sin cabellos ni pelos, piel tersa y ligeramente castaña. Son seres eternos y completamente energéticos; se alimentan de energía y viven en el helio. Como la dimensión regular se encuentra muy cerca de la Dimensión Perfecta, la consistencia de sus cuerpos es delicada, muy liviana y ligeramente transparente.
Para realizar las colonizaciones, los ayaplianos tuvieron que adaptar la energía delicada de sus cuerpos a la densidad secundaria y primaria. La adaptación fue comprobada primero por los científicos en el laboratorio experimental, antes de que se realizara en los planetas escogidos. Por este motivo las colonizaciones se efectuaron lentamente.
La energía ayapliana se tenía primero que adaptar al medio ambiente en que se desarrollaba. En el transcurso de la adaptación fue adquiriendo características muy propias de su entorno. Consecuentemente, fue asimilando la densidad en el descenso. Y al hacerlo fue perdiendo su delicadeza, su ligereza y su transparencia. De esta manera se fueron creando muchas razas ayaplianas, que al compararse unas con otras, habían perdido la imagen y semejanza de su origen.
Era triste comprobar que, para los ayaplianos, muchos de los planetas de la realidad secundaria, especialmente los planetas más cercanos a la realidad primaria, presentaban grados aplastantes de gravedad densa, que no les permitía una colonización perfecta o una adaptación adecuada. Esto significó que la realidad primaria se encontrara en peores condiciones, porque no ofrecía ninguna posibilidad de colonización ni de vida.
Las colonizaciones se efectuaron por un proceso gradual de la energía. Esto significó que los seres que habían colonizado un planeta y se habían adaptado completamente a la densidad serían quienes colonizarían el siguiente, puesto que una densidad mayor ya no los afectaría: con la adaptación asimilada, ellos podían soportar la gravedad, porque sus cuerpos ya estaban acostumbrados a ella. Todo planeta colonizado era primero preparado por los ayaplianos, quienes implantaban el reino vegetal y luego el reino animal. Así comprobaban, a través de las implantaciones, el grado de densidad y el desarrollo de la energía.
Cuando todo se encontraba en perfecto desenvolvimiento, entonces la colonización de seres se efectuaba: familias completas eran trasladadas en grandes naves y acomodadas en diferentes partes del planeta, para estudiar su comportamiento y desarrollo en diversas zonas climáticas, que muchas veces alteraban la energía. Tenían que adaptarse para su propia sobrevivencia. Los colonos estaban conscientes de que, una vez adaptados, no podrían regresar a su planeta de origen. Se quedarían en el nuevo planeta, investigándolo profundamente y pasando los datos descubiertos a las realidades superiores. A los colonos voluntarios la Confederación Cósmica les otorgaba la responsabilidad total por el planeta y por su descendencia.
Así se formaron los voluntarios, seres científicos dispuestos a todo para difundir la energía-pensamiento hasta los confines del Universo y poder también, a través de las investigaciones, mejorar al todo y mantenerlo sano, activo, dinámico y actualizado.
Los seres científicos abarcaban todas las áreas del conocimiento. Su sabiduría era completa y milenaria y estaban totalmente provistos de todas las herramientas necesarias para sus investigaciones y descubrimientos. Grandes laboratorios eran montados con todos los adelantos tecnológicos, todo era estudiado y analizado minuciosamente, nada escapaba y cada descubrimiento se grababa en los cristales para la eternidad de la sabiduría universal.
Los ayaplianos voluntarios comenzaron a colonizar el Universo. El descenso se efectuaba gradualmente, para evitar cualquier interferencia energética que los pudiera contaminar o enfermar. Así, también el Universo se expandió, se interconectó y creció en sabiduría. Fue una ardua labor de evolución y elevación. La realidad secundaria fue colonizada y esos planetas se desarrollaron maravillosamente con todo esplendor y desenvolvimiento.
La realidad regular estaba totalmente complacida de ver a sus hermanos e hijos diseminados en el vasto Universo, unidos como una sola familia y un solo ser. El Universo se encontraba en plena armonía y amor. El conocimiento nutría a las realidades. Eran todos, eran uno.
Hasta que un día la Confederación Cósmica de planetas se enfrentó con un serio problema. El planeta y los seres del planeta secundario Satién, que estaba ubicado en la constelación de Urzo, comenzaron a presentar síntomas extraños en su energía: no reciclaban el conocimiento cósmico. Esto significaba que no se nutrían de la sabiduría universal, lo que les producía inercia y lentitud en la elaboración y captación de pensamientos. Y al tener esta anomalía, se retroalimentaban de sus propios pensamientos, formando un círculo vicioso y retroactivo.
Tenemos que recordar que en el primer libro —El Ser Uno I – Los Arcanos de Thoth— los ayaplianos del planeta Satién, y otros, se fueron adaptando en el transcurso de la evolución, de tal forma que muchos de ellos conservaron su energía ayapliana intacta, mientras que otros reformularon las fórmulas básicas para adaptarlas al medio ambiente en que se desarrollaron.
La atmósfera del planeta Satién se encontraba cargada de iones, y esa carga condensada fue la que causó la transformación molecular que tuvieron, porque todo el ambiente energético se sobrecargó de electricidad y, al ocurrir esto, sus cerebros no soportaron la carga adicional de electricidad. La energía material comenzó a adaptarse a la elevada carga de electricidad, lo que ocasionó la transformación molecular. Poco a poco fueron endureciendo la energía para su propia protección. Por otro lado, las energías-pensamientos de estos seres se volvieron lentas, porque al estar cargadas de electricidad sobrecargaron los circuitos cerebrales y neutralizaron el pase energético.
Alertada la Confederación Cósmica de Alfa Centauri, las Pléyades y Orión decidieron reunir un grupo de voluntarios científicos, quienes se encargarían de hacer un estudio profundo en el planeta Satién para determinar las causas ambientales y el porqué de la ionización de la atmósfera.
Escogieron a un grupo de voluntarios científicos de cuatro planetas pertenecientes a las Pléyades, los cuales estaban bajo el comando del planeta Morlem. Este grupo se encargaría de estudiar profundamente el problema ambiental y el comportamiento cerebral de los seres de Satién. Fueron escogidos 66 voluntarios, quienes debían descender al planeta y convivir con los densificados de Satién, estudiar las reacciones alteradas del planeta y de los seres.
Los 66 voluntarios científicos comandados por Luzbel, uno de los más grandes científicos del planeta Morlem, se prepararon para el viaje. Llevaban consigo un bagaje extraordinario de sabiduría milenaria, que los ayudaría a descubrir lo que estaba sucediendo.
Partieron en una gran nave laboratorio, tecnológicamente preparada, que surcaría el espacio sideral. Todos confiaban en que regresarían lo más pronto posible con las respuestas que la Confederación requería. El viaje se realizó sin ningún contratiempo. Cuando llegaron al planeta Satién, y para evitar una posible contaminación, se instalaron en la parte más fría del planeta —los polos—, porque así la ionización no podía afectarlos. Satién no se encontraba completamente desarrollado. El planeta había retrasado su evolución y la elevación aún estaba en proceso de definición por la lentitud de sus energías-pensamientos, que se encontraban densificadas. La falta de evolución les había causado muchos problemas. Tanto el planeta como los seres se encontraban en un nivel vibratorio bajo y denso, y esa vibración los estaba envolviendo en un retardo secuencial que cada vez se convertía en un problema mayor.
La nave laboratorio se instaló en el Polo Sur del planeta. Luzbel y su grupo comenzaron las investigaciones. Después de muchos estudios y descubrimientos profundos, llegaron a la conclusión de que el planeta Satién estaba ionizado por la emanación de las energías-pensamientos que los seres del planeta elaboraban en sus cerebros. Esas energías-pensamientos ionizadas se habían colocado alrededor del planeta y habían formado una malla densa, calorífica y extremadamente violenta.
Esta malla formaba cúmulos gaseosos de electricidad condensada, la cual explotaba en forma de tormentas, tornados, lluvias torrenciales y, sobre todo, en descargas eléctricas. Estas descargas eran tan violentas e intensas que al caer en el planeta electrificaban la tierra, las semillas cultivadas absorbían la energía descontrolada, y en un círculo vicioso, los habitantes se alimentaban de todo el descontrol energético, que a su vez afectaba la salud de su energía.
Era un círculo energético enfermo, que había sido creado por los mismos habitantes. Por otro lado descubrieron que toda la tecnología que existía en el planeta trabajaba en concordancia con la misma electricidad descontrolada. Con ello se afectaban los sentidos y aparecían enfermedades extrañas que los seres de Satién no podían entender, evitar, y menos curar.
La electricidad descontrolada era la base de todo el problema del planeta Satién. La ionización también estaba perjudicando profundamente sus mentes: los seres se tornaban cada vez más violentos, agresivos, inconformes, tristes y angustiados, porque la malla calorífica cargada de iones alrededor del planeta los estaba enloqueciendo. La luz que el planeta absorbía de su Sol se filtraba a través de los iones, que la distorsionaban. Así, cuando esta llegaba a la superficie del planeta, estaba totalmente cargada de una luz artificial que producía una carga eléctrica adicional que también afectaba la energía.
Cuando los seres respiraban la energía cargada de iones, reaccionaban coléricamente y con mucha violencia. Los problemas se agravaron con el transcurso de los tiempos. La tecnología y la ciencia afianzaron aun más las consecuencias negativas y llevaron al planeta a un estado deplorable, porque usaron indebida e indiscriminadamente los recursos que el planeta les ofrecía. La supuesta tecnología y ciencia crecieron de acuerdo con ello, contaminando y profundizando más el problema existente.
El planeta Satién estaba muy enfermo. La electricidad, las ondas vibratorias y la densidad de la ionización estaban acabando con el planeta. Los habitantes, ignorantes de todas las consecuencias negativas producidas por ellos mismos, continuaban elaborando nuevas tecnologías que ellos denominaban progreso, modernidad, avance y evolución. El planeta Satién se encontraba inmerso y dentro de una gran estufa calorífica electrificada de iones descontrolados, que en el transcurso del tiempo ocasionaría una tremenda condensación energética de inmensas proporciones que se podía comparar a una bomba nuclear.Luzbel y su grupo de científicos comunicaron a la Confederación Cósmica todo lo que estaba aconteciendo. Propusieron una inmediata y urgente concientización del planeta, aduciendo que el despertar de conciencia produciría lo siguiente en los habitantes de Satién
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