La Atlántida y su relación con civilizaciones venidas de las estrellas
Aunque en otros artículos del blog hemos tratado de la Atlántida y de “dioses” venidos de las estrellas, en este artículo damos a estos temas un enfoque algo diferente. Todo parece indicar que la Atlántida no era un centro avanzado de civilización humana sino más bien el hogar de seres extraterrestres que colonizaron la Tierra. Hay numerosos textos en todo el mundo, que han permanecido intactos a través de los milenios, que hablan de esta visita. Se supone que fueron los originales Campos Elíseos. Y los cuentos y leyendas de hadas celtas se referían a sus hogares ancestrales como Finias, Murias, Lorias y Falais, Tir Tairngire (la tierra Prometida), Mag Mell (el plano de la Felicidad), Tir fa tonn (tierra más allá del Mar), Tir nam beo (la tierra de los Vivos) y Tir nan og (la Tierra de la Eterna Juventud).
A este respecto es interesante la curiosa historia de Oisín. Un día, vigilando la costa cercana a Kerry, el héroe irlandés Fionn y sus soldados, los Fianna, vieron salir del mar a una bellísima mujer de cabellos dorados. Ella se detuvo frente a Fionn y le contó que estaba enamorada de un hombre de Irlanda y quería casarse con él y llevárselo a Tír Tairngire, la tierra de la promisión…y en ese momento miró y sonrió a Oisín, el hijo de Fionn. Oisín se montó entonces en el corcel blanco de la bella Niamh y partieron ambos a Tír Tairngire. Allí fueron recibidos calurosamente por Manannán mac Lir, señor de aquellas tierras y padre de Niamh y parecía que esta historia iba a tener un final feliz…Pero Oisín añoraba a Irlanda, a su padre y a sus compañeros y le pidió a su esposa que le diese el corcel blanco con el que poder visitar su tierra natal. Ella le rogó encarecidamente que no se marchase pero al final accedió con la condición de que permaneciese constantemente montado en el caballo y no tocase el suelo. Y así Oisín marchó de vuelta a su patria a través del Océano…
Al llegar a Irlanda Oisín notó que todos los lugares que su padre y sus compañeros frecuentaban estaban ahora deshabitados y no veía a ninguno de los Fianna por ninguna parte. Únicamente a hombres normales y corrientes…¿Qué había sucedido con ellos? Preguntó entonces a los hombres del lugar y ellos le dijeron: “¿Los Fianna? ¿Fionn mac Cumhail? Nunca hubo nadie llamado así, antiguamente se solían contar historias acerca de los Fianna, una raza de gigantes que se comían a la gente, pero ya nadie las cuenta”. Oisín se dio cuenta de que habían pasado trescientos años desde su partida, mientras que él había pensado que habían sido únicamente tres. Le contó a los hombres la verdadera historia de los Fianna y tras ello pensó en regresar de nuevo a Tír Tairngire, pero antes de partir un hombre le dijo que probase la historia de los Fianna levantando una gran roca con una sola mano. Oisín lo hizo, pero mientras levantaba la roca, se desprendió la silla de montar cayendo él al suelo…y en ese momento los trescientos años que habían pasado cayeron sobre él y se convirtió en un anciano. Es curiosa esta historia tan familiar para los que han leído a Einstein. ¿Estuvo Oisin viajando por el espacio?
Hay magia en los nombres y el más poderoso entre estos nombres es Atlántida. Es como si esta visión de una civilización perdida tocase la fibra de los más recónditos pensamientos de nuestra alma. La visita de seres de fuera de nuestro sistema solar no es tan fantástico o increíble como pudiera parecer, y es una posibilidad reconocida por muchos científicos reconocidos, incluyendo a Albert Einstein. Carl Sagan personalmente estimó que este planeta había sido visitado por lo menos unas.5.000 veces. El Dr. Harrison H. Brown del Instituto Californiano de Tecnología, afirma lo siguiente: “se estima que virtualmente cada estrella en nuestra galaxia tiene un sistema planetario, en cada uno de los cuales, de dos a cuatro planetas pudieran tener un ambiente y química parecidas a las de la Tierra, que favorece la existencia de nuestra clase de vida”. Además da la enorme cifra de 100 billones de estrellas con sistemas planetarios solo en la Vía Láctea.
El profesor Hermann Oberth, uno de los padres de la ciencia aeroespacial, creía que el planeta Tierra era observado por seres de otros planetas. De hecho, antiguos registros también confirman que las visitas en épocas remotas eran un acontecimiento relativamente frecuente. Inicialmente los visitantes respetaron la soberanía de la Tierra y gestionaron sus investigaciones sin intentar interferir con las tribus indígenas de la Tierra. Sin embargo la Biblia y el Libro de Enoc relatan que la soberanía de la Tierra fue violada por un contingente de antiguos visitantes, llamados Nefilim. Según el Génesis, los Nefilim son hijos de los “hijos de Dios” (elohim) y las “hijas del hombre“. El término nefilim se ha traducido como “gigantes” o “titanes“. Y en otras versiones se los describe como la descendencia de los ángeles caídos y de las hijas de Caín, de donde surgió esta raza con el fin de sabotear los planes de Dios, cruzándose y contaminando la descendencia de Adán. Para los arameos, el término Nephila se refirió específicamente a la constelación de Orion, y así los Nefilim serían descendientes medio divinos procedentes de esta constelación. Según la Biblia, los Nefilim aparecen como el deseo contranatural de algunos ángeles de tener relaciones sexuales con las mujeres de la Tierra.
En la Biblia y otras escrituras se habla de estos “Ángeles Caídos” y su estancia en la Tierra. En la antigüedad su llegada y actividades no fueron encubiertas como aparentemente lo son hoy en día. Según el Génesis “había gigantes en la Tierra en estos días, cuando los hijos de Dios se unieron a las hijas de los hombres, y procrearon con ellas ….”. Y según Isaías: “Vienen de un país lejano, desde el final del cielo…¿Quiénes son estos que vuelan en una nube, como las palomas a sus ventanas…?”. La Biblia considera que los Nefilim eran una presencia maligna e insiste que sus líderes cometieron un gran “pecado” interfiriendo en la evolución de la humanidad. Según el Apocalipsis: “Y el gran dragón fue echado hacia abajo, la vieja serpiente, aquel que es llamado el Diablo y Satanás, el engañador del mundo entero, él fue expulsado a la tierra y sus ángeles fueron echados abajo con el”.
Y según el Génesis: “Y vino a suceder, cuando los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la faz de la Tierra, y les nacieron hijas, que los hijos de Dios vieron que las hijas de los hombres eran hermosas, las tomaron por esposas a todas las que eligieron”. Hay varias hipótesis y teorías sobre la presencia de estos seres. Según el Enuma Elish, poema babilónico que narra el origen del mundo: “Ve y corta la vida de Tiamat, y dejemos que los vientos transporten su sangre a lugares secretos”. Según algunas fuentes, hace aproximadamente 50.000 años un cuerpo planetario de nuestro sistema solar fue destruido. Este cuerpo ha sido llamado Tiamat. Faetón, Lucifer, Marduk, Maldek, Rahab, y aun Luna (aunque sin relación con nuestro satélite). Se cree que existió entre Marte y Júpiter, y se referían a el como el “segundo sol” porque su atmósfera era resplandeciente por los reflejos del sol.
Ya actualmente tenemos que Venus, la “Estrella de la Mañana”, el segundo planeta del Sistema Solar y el tercer objeto más brillante en el cielo, es tan luminoso que proyecta una sombra distinta en una noche sin luna. En la época de este cataclismo, el Sistema Solar, y más tarde la Tierra, fueron colonizados por seres extraterrestres que fueron atraídos por aquella conflagración o vinieron aquí causando posiblemente ellos mismos la catástrofe. Ya sea si el desastre fue natural o no, el resultado fue que la humanidad en la Tierra experimentó un caos total. La superficie del planeta Tiamat consistía principalmente de grandes océanos y, después de su destrucción, estas extensas aguas salinas fueron lanzadas al espacio, llegando parte a la Tierra, causando el primero de los dos terribles diluvios prehistóricos que sufrió la humanidad. Se piensa que los invasores extraterrestres se aprovecharon de la situación para colonizar el planeta.
No encontraron resistencia por parte de los debilitados habitantes de la Tierra, quienes creyeron que estos visitantes eran poderosos dioses. Algunos teóricos también han determinado que hubo una gran guerra intergaláctica entre dos (o posiblemente más fuerzas) en una galaxia o sistema solar vecino. El resultado de esta guerra titánica tuvo enormes consecuencias para la Tierra, porque los perdedores, siendo perseguidos en nuestro sistema solar, pretendieron tomar refugio en Tiamat, en donde erigieron una estación de radar, como trampa para sus perseguidores. Los cazadores, los vencedores de la guerra en los cielos, pensando erróneamente que sus enemigos estaban en Tiamat, lo aniquilaron completamente, dando lugar al cinturón de asteroides. Sin embargo, los vencidos realmente tomaron refugio en el planeta Tierra y no en Tiamat. A su llegada, se fueron inmediatamente al mundo subterráneo, dentro de cavernas existentes, que sabían que existían mediante previas exploraciones del planeta, o en cavernas construidas artificialmente.
Había por lo menos cinco continente en la Tierra en las épocas primitivas, llamados Appalachia, Tyrhennia, Beringia, Fennoscandia, y Oceanía. Nuestros continentes actuales se han derivado de estos y de los grandes cambios geológicos que se han ido produciendo a lo largo de los milenios. Debajo de estos continentes había miles de kilómetros de pasajes subterráneos, cavernas y refugios. Algunos de estos permanecen todavía ahora, y los expertos saben que muchos de ellos no fueron hechos naturalmente. Muchos de nuestros pintorescos mitos y cuentos, como aquellos de los gnomos, trolls, duendes, etc.., se refieren a pobladores de aquellos mundos subterráneos. Casi todas las tribus nativo-americanas hablan de su residencia original debajo de la superficie de la Tierra.
Y aquí hacemos un inciso para explicar algo sobre estos antiguos continentes. Hace millones de años, cuando un mar inundó la región central de América, partió el continente en dos, siendo Appalachia la parte este y Laramidia la zona oeste. El continente de Tyrhennia aparece mencionado en “Los trabajos de Hércules”. Hércules, después de colocar las dos columnas, prosigue su viaje, pero, recibiendo del Sol un calor excesivo apunta su arco contra el Sol. Admirado éste de tanta audacia, le proporciona una vasija de oro que le sirva de embarcación para llegar a la isla de Erítia atravesando el Océano. Así lo hace Hércules, llega a su destino, golpea al perro Orto con la maza y mata al vaquero Euritión. Se lleva las vacas, mata también a Gerión, que acude a rescatarlas avisado por otro pastor llamado Menetes, mete las vacas en la vasija de oro, emprende la travesía de regreso y llegando a Tartessos, devuelve la vasija al Sol, continuando su viaje a pie, con el rebaño, por España e Italia, en dirección a Grecia.
Al pasar por Liguria, dos hijos de Poseidón (supuesto rey de la Atlántida) llamados Yalebíon y Dercino intentan robarle el ganado y mueren a manos de Hércules. Continúa su viaje por Toscana o Tirrenia, y aquí se inserta el episodio de Caco, un ser extraño y monstruoso, hijo de Vulcano, que habitaba en una caverna del monte Aventino y que exhalaba llamaradas. Le roba a Hércules algunas de las vacas y se las lleva, tirándoles de los rabos y haciéndolas así andar hacia atrás a la cueva donde solía vivir. Hércules descubre el hurto y el lugar donde había escondido Caco las reses robadas, ya sea porque éstas mugen contestando al mugido de las otras o al percibir por el olor su proximidad, ya por delación de Caca, la hermana de Caco. Hércules acomete a Caco, descuajando los peñascos que formaban el techo de la cueva, y le da muerte, recuperando luego las reses.
El poblamiento de América es un proceso por el cual se diseminó la especie humana en el continente americano. Los científicos no tienen dudas de que los seres humanos no son originarios de América, por lo que ésta fue poblada por hombres provenientes de otra parte. La evidencia paleoantropológica apoya la hipótesis de que los humanos llegaron a América procedentes de Siberia, en el extremo noreste de Asia. Desde el punto de vista de la teoría del poblamiento tardío, los paleoamericanos entraron al continente durante la última glaciación, que permitió el paso hacia el Nuevo Mundo a través de Beringia. Este evento ocurrió hace unos 13 mil años. A la investigación paleoantropológica se suma la información producida por la genética, que ha servido para reforzar algunas conjeturas sobre el origen de los americanos. En general, se considera que la mayor parte de los indígenas americanos son descendientes de un grupo único proveniente del noreste o el oriente de Asia.
Los pueblos de habla na-dené son descendientes de una segunda ola migratoria que se estableció en el norte de América, mientras que los esquimales llegaron al continente en el flujo migratorio más reciente. Después que los paleoamericanos entraron al continente, el paso de Beringia fue cubierto nuevamente por el mar, de modo que quedaron prácticamente aislados del resto de la humanidad. Salvo el caso de una breve colonización vikinga en la costa de Canadá y Groenlandia, no hay evidencia contundente que respalde un posible contacto transoceánico posterior entre la América precolombina y el resto del mundo. Después del contacto colombino se plantearon algunas conjeturas para explicar el origen de los indígenas americanos, por ejemplo, mediante el mito de la Atlántida o de las tribus perdidas de Israel.
Fenoscandia y Feno Escandinavia son términos geográficos y geológicos utilizados para describir el conjunto de la península escandinava, la península de Kola, Karelia y Finlandia. Geológicamente, el término también alude a la placa fenoescandinava que comprende Noruega, Suecia, Finlandia, parte de Rusia y el norte de Dinamarca, y que es la porción expuesta del escudo Báltico, que integra la mayor parte de Europa. La placa fenoescandinava en Escandinavia tiene más de 3.100 millones de años de antigüedad. En un sentido cultural, Fennoscandia representa históricamente el estrecho contacto entre los pueblos y culturas sami, finlandés, sueco y noruego. A diferencia de la expresión «países nórdicos», Fennoscandia no incluye Dinamarca, Estonia, Islandia, Groenlandia u otras zonas de ultramar geográficamente desconectadas. La geografía de Fenoscandia se caracteriza por una gran cantidad de lagos, fiordos y una cordillera erosionada que corre paralela al mar de Noruega. El nombre Fenoscandia es una mezcla de Escandinavia y Finlandia. El canal Mar Blanco-Báltico separa Fennoscandia del resto del territorio ruso.
Oceanía es un continente insular de la Tierra constituido por la plataforma continental de Australia, las islas de Nueva Guinea y Nueva Zelanda, y los archipiélagos coralinos y volcánicos de Micronesia, Polinesia y Melanesia. Todas estas islas están distribuidas por el Océano Pacífico. El origen del nombre Oceanía fue acuñado por el geógrafo Conrad Malte-Brun en 1812, en donde Océanie proviene del griego okeanòs (océano). Los primeros pobladores humanos de Oceanía procedían del sureste de Asia: de ellos descienden los actuales papúes y nativos australianos. A esta primera oleada humana siguió la de los austronesios, también de origen asiático, que se extenderían hacia el este hasta la Isla de Pascua.
Esta guerra global y su devastación también produjeron una modificación del clima de la Tierra, así como una distinta estructura de continentes. Los grandes continentes de Apalachia, Oceanía, Tyrhennia, Beringia y Fennoscandia se hundieron bajo las olas, así como también islas, como Lochlann, Lyonnesse, Hy Brasil y Avalón, para mencionar unas pocas. Lochlann, también Laithlinn o Lothlend, es un reino de la era vikinga que aparece en algunos anales irlandeses y otros escritos contemporáneos y que algunos historiadores han identificado como Noruega, aunque el argumento no está aceptado universalmente. Otros historiadores han propuesto que anteriormente, hasta la batalla de Clontarf en 1014, Laithlinn se refería a las tierras hiberno-nórdicas de las islas Hébridas, la Isla de Man y parte de Escocia. En el manuscrito irlandés de San Gallo se cita: «Colérica esta noche ruge la tempestad. La blanca cabellera de las aguas revuelve. En las aguas de Irlanda ya no son de temer esta noche las velas de los fieros guerreros de Lochlann». Al margen del concepto original, cuando Magnus III de Noruega emprendió sus incursiones hacia el oeste es cuando realmente tomo significado Noruega.
En los antiguos mitos que narran las aventuras de los caballeros de la Mesa Redonda aparece el reino de Lyonesse. Es una misteriosa tierra sumergida donde se alzaba Camelot, la mítica ciudad del rey Arturo. Cuando el día es claro y se disipan las brumas que habitualmente cubren los ásperos promontorios rocosos del Fin del Mundo (así llaman los lugareños al extremo oeste de Cornualles, en la parte meridional de Inglaterra), se divisan a unos 30 kilómetros de distancia las diminutas islas Scilly, barridas por los poderosos vientos del Atlántico. Entre el rocoso archipiélago y tierra firme se extiende un mar poco profundo en cuyo fondo la leyenda sitúa al antiguo y misterioso reino de Lyonesse. ¿Allí se alzaba Camelot, la ciudad dorada (de las hadas) del rey Arturo? A mitad de camino entre el Fin del Mundo y las islas hay un conjunto de rocas, llamado “las siete piedras“, que delimitan un sector denominado “la vivienda” por los pescadores de la zona, donde éstos dicen haber extraído del agua trozos de puertas y ventanas. Estos restos serían la prueba de que la región estuvo emergida a principios de la era cristiana y que luego el mar la cubrió.
Según una antigua tradición, cuando el agua avanzó, un caballero logró escapar al galope de su corcel. Y curiosamente el escudo de armas de la familia Trevelyan, apellido tradicional de Cornualles, es un caballo blanco saliendo del mar. Pero si bien parece posible que una extensa porción de tierra fuera cubierta totalmente por el mar, la relación entre ese hecho geológico y la inasible Lyonesse es bastante más imprecisa. Zona de mareas de enorme amplitud, el Fin del Mundo fue identificado por el historiador William Carew, en 1602, como el lugar donde mil años antes había existido Lyonesse, el reino de los siluros de Camelot, gobernado por Arturo Pedragón, un monarca bretón a quien la leyenda atribuye haber derrotado a los sajones y conquistado Escocia, Irlanda, Noruega, Dinamarca e Islandia hacia el año 530.
Los siluros fueron una poderosa y belicosa tribu que habitó en la isla de Britania, y ocuparon aproximadamente los territorios de Monmouthshire, Breconshire y Glamorganshire. Según la biografía de Tácito sobre el general Cneo Julio Agrícola, los siluros se caracterizaban por tener una fuerte complexión y el pelo rizado. En su obra, Tácito insinua que, partiendo de su apariencia, los siluros habrían llegado a Britania desde Hispania. Estudios genéticos realizados por las universidades de Londres, Oxford y California han sugerido que la mayor parte de pueblos galeses y celtas comparten gran parte de sus cromosomas y de su ADN con los pueblos vascos asentados en el norte de España durante el Paleolítico. Sin embargo, aún no se ha esclarecido si este vínculo es específico entre celtas y vascos o si simplemente estos son los familiares más cercanos de entre los primeros habitantes de Europa.
Según el folklore y la tradición popular, la relación entre Irlanda y la Atlántida se hallaba en la misteriosa isla hundida de Hy-Brazil, situado en algún punto del Atlántico. Se dice que esta isla, que supuestamente recibió su nombre del rey de Irlanda, Bressal, sólo puede verse una vez cada siete años en la costa oeste de Irlanda. Hay quien piensa que Hy-Brazil pudiera ser la Atlántida. Hy-Brazil (también llamada Bersil, Brazir, O’Brasil, O’Brassil, Breasil, Brasylle) aparece claramente en algunos mapas, como por ejemplo en el de Wagenhaer de 1583 y en el mapa de las islas del Atlántico de Giovanni Magini de 1597. En el libro de P.A. Ó Síochán, “Irlanda – un viaje hacia el tiempo perdido“, el autor afirma que la conciencia de un mundo perdido es algo inherente a lo largo de toda la literatura y la historia celta. En Irlanda, asegura, “la leyenda se refleja en una isla perdida en el Atlántico, en la costa oeste, llamada Hy-Brasil: Hy significa ‘isla’ y Brasil (Breasal) significa ‘poderoso y hermoso’ en gaélico. Se encontraba al oeste y noroeste de la intersección con la islas de Arán y los Cliffs of Moher”.
Las islas Aran, son las más románticas de Irlanda. Las tres turísticas islas Aran poseen una próspera población de granjeros y pescadores que conservan su lengua gaélica. Se hicieron populares en todo el mundo a través de la obra de J.M. Synge y gracias a la película de Robert Flaherty de 1934 “Man of Aran“. Islas en el oeste de Irlanda, conservan todas las tradiciones irlandesas con un paisaje muy salvaje y tenebroso con grandes acantilados en mar abierto, su cultura celta, leyendas de piratas y naufragios recuerdan en éstos y otros muchos aspectos a Galicia. Es rica en monumentos megalíticos, castros celtas y es tierra de leyendas druidas y celtas. Dun Aengus es donde se esconden algunos de los tesoros más valiosos de las Islas Aran. Es un fuerte de rocas en el punto más al oeste de Europa, considerado el lugar más romántico de Irlanda. Sólo en la isla principal se concentra el mayor número de fortalezas y edificaciones de la Edad del Hierro de toda esta zona del Atlántico.
Los acantilados de Moher (en inglés Cliffs of Moher; en gaélico irlandés, Aillte an Mhothair, literalmente, «acantilados de la ruina») se encuentran en el límite suroccidental de la región de El Burren, cerca de Doolin, en el condado de Clare de la República de Irlanda. Los acantilados se elevan 120 m sobre el océano Atlántico en el punto llamado Hag’s Head y se extienden a lo largo de 8 kilómetros hasta alcanzar una altura de 214 m. La torre de O’Brien (O’Brien’s Tower) es una torre circular de piedra que se encuentra aproximadamente en la mitad de los acantilados. Fue construida por Sir Cornellius O’Brien en 1835 como mirador para los cientos de turistas que acudían al lugar incluso en aquel tiempo. Desde lo alto de la atalaya se pueden ver las Islas de Aran y la Bahía de Galway, y al fondo las montañas Maumturk en Connemara. La península de Hags se ubica al sur de los acantilados y parece a un rostro de mujer mirando al mar. La leyenda dice que una vieja bruja llamada Mal se enamoro del guerrero irlandés famosa Cú Chulainn. No se puede decir que este le retorno el favor, un tuvo que huir de ella a través del país. Acabo su carrera a la punta del Loop, al sur del condado de Clare. Mal pensó que él no podría huir más, pero Cú Chulainn lo consiguió, saltando por encima del mar hacia los acantilados. Mal intento hacer lo mismo, pero no pudo saltar lo suficiente lejos, y se estrello al pie de los acantilados, donde murió. Se dice que su sangre dio al mar un color rojo. El pueblo vecino de Miltown Malbay recibió su nombre de Mal, cuya leyenda sobrevive en esos lugares.
Ávalon o Avalón es el nombre de una isla legendaria de la mitología celta en algún lugar de las islas Británicas donde, según la leyenda, los manzanos dan sabrosas frutas durante todo el año y habitan nueve reinas hadas, entre ellas Morgana. En un principio se creía que la palabra Ávalon era una adaptación de la palabra celta Annwyn o Annuvin, que designa al legendario reino de las hadas, pero, ya en el siglo XII, Geoffrey de Monmouth pensaba que el nombre deriva de la traducción de “isla de las manzanas“. Esto es altamente probable, debido a que, en el idioma bretón, manzana se dice aval, y en idioma galés se dice ‘afal‘ (con la pronunciación de la “f” como “v”). Avalón también fue llamada Ynys Witrin, que significa Isla de Cristal. La leyenda sitúa Ávalon en algún lugar no especificado de las Islas británicas, aunque ya a principios del siglo XI algunas de las tradiciones artúricas indican que este lugar puede estar situado en Glastonbury, donde antes de que la zona de la llanura de Somerset fuera dragada, existía una colina (Glastonbury Tor) que se elevaba como una isla en medio de los pantanos. Significativamente Glastonbury es el hogar del Santo Grial y uno de los principales vórtices de energía de la Tierra. Según el cronista medieval Giraldus de Cambrai, durante el reinado de Enrique II, el abad Hernry de Blois patrocinó una búsqueda en la zona, lo que, al parecer, llevó al descubrimiento de un enorme ataúd de roble con una inscripción que rezaba “Hic iacet sepultus iclitus rex Arthurus in insula Avalonia” (“Aquí yace sepultado el Rey Arturo, en la isla de Ávalon“).
De Cambrai cuenta cómo los restos fueron trasladados en una gran ceremonia a la que asistieron el Rey Eduardo I y su consorte, y, según él, ahora estarían en el altar mayor de la abadía de Glastonbury, sitio que se convirtió en un foco de peregrinaje hasta la reforma anglicana. En cualquier caso, muchos son los que reclaman para sí la verdadera ubicación de Avalón, la isla de las manzanas. Parece que las brumas de Avalón cubren con su mítico velo el lugar de reposo de Arturo Pendragon. Tras la batalla con Mordred, Arturo, moribundo, fue llevado a Avalón por Morgana, la hechicera y hermanastra del rey. En la barca de Morgana iban varias mujeres: Algunas conocidas (Igraine, Elaine, Nimue) y otras cuyos nombres no se mencionan (La Reina de Gales del Norte, la Reina de las Tierras Baldías o la Reina de las Tempestades). En algunas leyendas sólo tres hadas escoltan al rey a la Isla de los Manzanos. Se dice que Arturo fue acostado en una cama dorada y el Hada Morgana sigue velando el cuerpo de su hermano. También se piensa que Avalón y el mundo nórdico de Helheim son el mismo lugar pero con distinto nombre.
El gran Océano Mioceno que ocupó parte de lo que ahora es Rusia, vació totalmente su cuenca. Sus aguas se convirtieron en los mares Mediterráneo, Caspio y Negro. Las aguas del planeta Tiamat, después de verterse en nuestra atmosfera, ayudaron a sumergir los continentes, y eventualmente se convirtieron en los grandes océanos que tenemos hoy. Y así, las grandes civilizaciones pre-diluvianas, que una vez ocuparon estos continentes, se fueron para siempre. Estos acontecimientos y sus subsecuentes consecuencias fueron atestiguados y registrados en el Libro de Enoch: “Y vean que una estrella cayó del cielo… y los hijos de la Tierra comenzaron a temblar y sacudirse ante ellos, y huyeron de ellos. Y de nuevo, yo vi cómo ellos comenzaron a cornearse y devorarse unos a otros, y la Tierra comenzó a gritar en voz alta. Vi en una visión cómo los cielos se derrumbaron… y cuando cayeron a Tierra vi cómo la Tierra fue tragada en un gran abismo… y levanté mi voz para gritar fuerte, y dije “la Tierra se destruye …. Y en aquellos días Noé vio que la Tierra se había hundido hasta abajo, y su destrucción era eminente. Y el se levantó de allí y fue ala final de la Tierra y gritó fuertemente a su abuelo, Enoc, y Noé dijo amargamente, tres veces, ‘Escúchame, escúchame, escúchame’ Y yo (Enoc) le dije, Dime que es eso que está cayendo sobre la tierra que está en tal malvado apuro y sacudido… “.
Y según el Apocalipsis: “Y el tercer ángel sonó, y cayó una gran estrella del cielo, quemándose como si fuese una lámpara… Y el nombre de la estrella es llamada Ajenjo, y muchos hombres murieron del agua, porque fue hecha amarga… Y el cuarto ángel sonó, y una tercera parte del sol fue golpeada violentamente y la tercera parte de la luna y la tercera parte de las estrellas, así, la tercera parte de ellos fue oscurecida…. Y he allí que escuché a un ángel volando a través del cielo, diciendo en voz alta, Ay, ay, ay, a los habitantes de la Tierra…”. Y según el evangelio de San Pedro: “Para esto son voluntariamente ignorantes de… el mundo que era entonces, siendo éste inundado con agua, pereció”.
Registros celtas también hablan del Diluvio. Según el Libro de Taliesin : “Yo he estado en la barca de Dylan, hijo de la Ola, cuando las aguas se levantaron como lanzas, cayendo hacia debajo de los cielos, hacia el abismo expuesto”. Los indios del lago Missoula, Wasington, tienen en sus mitos la narración siguiente: “Una mañana de verano, la gente se asombró por un retumbo y temblor de la Tierra… Luego el sol se bloqueó… Gente aterrorizada corría hacia las colinas para escapar del agua golpeando… Luego una lluvia de cenizas comenzó a caer. Cayó durante varias semanas”. Los indios Ute relatan: “El sol fue sacudido en mil fragmentos, los cuales cayeron a la Tierra causando una conflagración general. Luego, los TA-WATS huyeron antes que la destrucción había labrado, y cuando el huyó, la Tierra ardiente consumió sus pies, piernas, cuerpo, manos y brazos… hasta que al fin, hinchado con calor, los ojos del dios estallaron, y las lágrimas derramadas a borbotones corrieron en una corriente la cual se regó sobre la Tierra y extinguió el fuego”.
Los Indios Navajos, Coyote y Pueblo tienen mitos similares: “Su única comida era carne… ya que todas las clases de juegos se cerraron con ellos… Luego los hombres y animales comenzaron a salir de sus cuevas, y su llegada requirió varios días. La Tierra era en este tiempo muy pequeña y la luz tan escasa como había estado abajo, porque todavía no había cielo, ni sol, ni luna, ni estrellas”. En leyendas teutónicas podemos leer: “La Tierra se hunde en el mar, el sol se vuelve negro, Cayendo del Cielo están las calientes estrellas, Humos apestan, se explotan en llamas, el cielo mismo está chamuscado con el fuego…”. El investigador catastrofista Comyns Beaumont, en su obra “Enigma de la Britania Prehistórica” nos dice: “la inundación, para el mundo una vaga y nebulosa tradición, realmente encubre la más aterradora destrucción en las Islas Británicas y tierras Escandinavas. Puede ser rastreada hasta lo que los geólogos llaman la “Edad de la Deriva”, pero no era ninguna deriva de hielo. Fue repentina y terriblemente rápida y violenta. Afectó permanentemente el clima del mundo hacia un frio y humedad extremos. El año solar se alargó al alargarse la órbita de la Tierra. Afectó a la historia del mundo obligando a los sobrevivientes a viajar a otros climas menos inhóspitos, y condujo en un grado considerable a la dispersión de los arios. Inundó las islas británicas por un largo período, excepto las tierras altas. Fue el hundimiento de la Atlántida. La inundación inmortaliza la colisión de un cometa, más tarde denominado Satanás, contra nuestra Tierra”.
Los escombros de la destrucción de Tiamat, al alcanzar el límite de Roche, se ha convertido en el cinturón de asteroides con su propia órbita. En astronomía, se denomina límite de Roche a la distancia mínima que puede soportar un objeto, que mantiene su estructura únicamente por su propia gravedad y que orbita un cuerpo masivo, sin comenzar a desintegrarse debido a las fuerzas de marea que genera el objeto principal. Dentro del límite de Roche la fuerza de gravedad que el cuerpo central ejerce sobre el extremo del satélite más cercano y más alejado exceden a la fuerza de gravedad del satélite, y éste podrá ser destruido por las fuerzas de marea. El nombre de límite de Roche proviene del astrónomo francés Édouard Roche, quien primero propuso este efecto y calculó este límite teórico en 1848. El límite de Roche depende, por lo tanto, de la gravedad del cuerpo central pero también de las características de densidad del satélite.
Investigadores como Charles Fort han explicado como la Tierra ha visto extrañas lluvias de peces, ranas, aceite, piedras, granizo y hielo descendiendo de los cielos. Lo que se ha omitido es el hecho que estas anomalías son realmente los remanentes de un planeta entero, Tiamat. Las aguas de sus grandes océanos se congelaron en el espacio. Cuando entran en nuestra atmósfera se licúan, depositando su, a menudo, contenido vivo en la superficie de la Tierra, para perplejidad de los testigos. Cuando fue escrito en el Libro del Apocalipsis que la “batalla de Armagedón se produciría en el aire”, parece referirse a la destrucción de un segundo planeta en nuestro propio sistema solar o a la posible guerra intergaláctica que tuvo lugar en nuestro propio patio trasero. Todo ello puede verse en “El Zodíaco Perdido” y en algunas obras de Erich Von Daniken, Immanuel Velikovsky, William Bramley o David Hatcher Childress.
Según parece, esta guerra en el aire fue vista desde la Tierra por sus entonces habitantes nativos. Por otra parte, las misiones de reconocimiento de los dioses “caídos” en sus extrañas “carrozas” fueron también atestiguadas y registradas. Algunos de estos registros han permanecido hasta la actualidad, aunque muchos creen que son puros cuentos de hadas. Más de 30,000 documentos escritos en todo el mundo narran sobre seres avanzados que vinieron a la Tierra o que ya estaban viviendo en la Tierra. Según el Libro de Ezequiel: “Ahora, al ver a las criaturas vivientes, vi cuatro alas sobre el suelo, una por cada una de las criaturas vivientes, con sus cuatro caras. La aparición de las ruedas y su composición eran como el color del ámbar brillante: y todas las cuatro alas tenían una similitud: y su composición era como una rueda en medio de una rueda”.
Consideremos solo algunas de las extrañas referencias en las páginas de la Biblia. En el Libro de Ezequiel leemos: “Luego, Eva vio hacia el cielo y vio una carroza brillante venir, guiada por cuatro brillantes ángeles, cuya gloria nadie, nacido de mujer, podría expresar ni ver a la cara, ángeles iban delante de la carroza”. Y según el Génesis: “Y sucedió que puesto el sol, y ya oscurecido, se veía un horno humeante y una antorcha de fuego que pasaba …”. Y el Libro de Ezequiel nos explica: “Y cuando los seres vivientes andaban, las ruedas andaban junto a ellos; y cuando los seres vivientes se levantaban de la tierra, las ruedas se levantaban …. Hacia donde el espíritu les movía que anduviesen, andaban; hacia donde les movía el espíritu que anduviesen, las ruedas también se levantaban tras ellos, porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas”. Y en el Éxodo nos dice: “… y asimismo la columna de nube que iba delante de ellos se apartó y se puso a sus espaldas”. Según el libro de Nehemiah: “….su partida es desde el final del cielo, y su circuito hasta el final del mismo: y no hay nada oculto del calor del mismo”. Y de nuevo en el Libro de Ezequiel: “ Y vi, y he aquí un remolino vino desde el norte, una gran nube y un fuego, y había un resplandor estaba sobre el y fuera del medio, como el color del ámbar en medio del fuego”. Y de nuevo el Éxodo: “Y cuando Moisés entró en el tabernáculo, la columna de nube descendía y se ponía a la puerta del tabernáculo, y Jehová hablaba con Moisés. Y viendo todo el pueblo la columna de nube que estaba a la puerta del tabernáculo, se levantaba cada uno a la puerta de su tienda y adoraba”. Según Juan: “Ellos, entonces, con gusto le recibieron en la barca, la cual llegó en seguida a la tierra donde iban”.
Y de los antiguos Arios e Hindús también tenemos referencias. En el Mahavira de Bhavabhuti, un texto jaino, leemos: “Él abordó el vehículo aéreo con Khara, el cual estaba decorado con joyas y las caras de demonios, y se movía con ruido semejando a las sonoras nubes. Por lo cual Ravana y Maricha abordaron el vehículo aéreo semejando un palacio (Vimana, nave volante) de esa ermita. Luego, la demonesa trajo el vehículo aéreo Puspaka y colocó a Sita en el, trayéndola del bosque de Ashoka y la hicieron ver el campo de batalla con Trijata. Este vehículo aéreo marcado con Cisne se elevó en el cielo con fuerte ruido. Una carroza aérea, la Pushpaka, transporta a mucha gente hacia la capital de Ayodhya. El cielo está lleno de estupendas máquinas voladores, oscuras como la noche, pero seleccionadas por luces con amarillento fulgor”.
Y en el Mahabharata leemos: “Ahora, la grandeza de la carroza de Vata! Rompiendo va, Y rugiente es su sonido, el cielo toca, hace fuertes luces, un fiero rugido y arremolina el polvo sobre la tierra. La carroza ocupada por Salva era muy misteriosa. Era tan extraordinario que a veces parecería que muchas carrozas estuvieran en el cielo, y a veces parecía no haber ninguna. Algunas veces, la carroza era visible y a veces invisible, y los guerreros de la dinastía Yadu estaban intrigados acerca de la ubicación de la peculiar carroza. A veces ellos verían la carroza en el suelo, a veces volando en el cielo, otras veces descansando en el pico de una colina, y otras, flotando en el agua. La maravillosa carroza volaba en el cielo como un incendio forestal giratorio – no era constante ni por un solo momento”.
Un experto en sanscrito en la Universidad de Madras, el Dr. V. Raghavan, escribe: “Cincuenta años de investigación de esta obras antiguas me convence de que hay seres vivos en otros planetas, y que visitó la tierra ya en 4000 antes de Cristo…Hay una masa de información fascinante sobre máquinas voladoras, armas, incluso de ciencia ficción que se pueden encontrar en las traducciones de los Vedas, las epopeyas indias, y otros textos en sánscrito antiguo”. Zecharia Sitchin y otros investigadores son de la opinión que los perdedores en este “Armagedón” cósmico, es decir, los visitantes, eran generalmente buenos, y que su llegada aquí fue generalmente algo bueno para la Tierra. Pero resulta difícil aceptar completamente esta teoría. Es razonable asumir, como los antiguos textos indican, que estos visitantes eran inmorales y perversos, que quizás contribuyeron a la corrupción de su propio planeta original, del que fueron expulsados.
Existe muchísima información de antiguas leyendas, que indican que los visitantes, a pesar de toda su sabiduría y capacidad tecnológica, eran moralmente corruptos y sin sensibilidad espiritual de ninguna clase. Estos renegados ángeles “caídos” encontraron su nuevo hogar en la Tierra, donde se encontraron con tribus indígenas, por las que fueron considerados dioses. Y usaron ventajosamente la credulidad de sus anfitriones. No teniendo ningún aprecio por los habitantes de la Tierra, casi inmediatamente intentaron esclavizarlos. Todo parece indicar que tuvieron éxito, por lo que nadie puede investigar la historia y el progreso de la humanidad sin tomar en consideración la idea de una colonización alienígena. Por ejemplo, el texto Hindú Srimad Bhagavatam relata la llegada de una raza demonio, la cual invadió los tres sistemas planetarios. Uno de los epítetos dados a estos visitantes era el de la “Gente Hormiga”, por el hecho que tenían la costumbre de minar y de hacer madrigueras subterráneas, y vivían allí en complejas colonias. Esta era una práctica que avalaba la ocultación perfecta, puesto que estos renegados sabían que era absolutamente imprescindible que no fueran rastreados hasta este planeta, ya que sus perseguidores los creían totalmente destruidos. Las leyendas celtas e incluso la Biblia afirman que los Nefilim (ángeles caídos) tomaron refugio bajo el agua en sus naves.
En Samuel leemos: “Ninguna nave que ellos conocieran, con ladrillo entrelazado y rayo unido a apilar el pórtico solar; pero en la oscura tierra hicieron sus madrigueras y vivieron como hormigas sin sol, en cuevas sin sol. (Aeschylus) Y el rey le dijo a ella, no temas: ¿Qué has visto? Y la mujer respondió a Saúl, yo vi a los dioses que suben de la Tierra”. En Job podemos ver: “Cosas muertas son formadas desde abajo del agua y sus habitantes”. Con este tipo de fenómenos, podemos encontrar sentido en uno de los más enigmáticos mandamientos de Yahvé, según el Éxodo: “No harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo de la tierra, ni debajo de las aguas”.
Edward George Earle Lytton Bulwer-Lytton, nació en Londres el 25 de mayo de 1803. Su extraña colección de nombres y apellidos fue adquirida con el tiempo: de darse a conocer como Edward Bulwer pasó a Lytton Bulwer (Lytton era a la vez uno de sus nombres de bautismo y el apellido de soltera de su madre) y, ya nombrado caballero en 1837, en 1844, después de la muerte de su madre, se convirtió en Lytton Bulwer-Lytton. Además de tener muchos nombres, Lytton participó activamente en política y fue un escritor famoso en su tiempo. Sus obras eran éxito de venta. Sin embargo, luego de su muerte, en 1873, la mayoría de sus libros quedaron en el olvido. Al parecer, Lord Lytton fue miembro de la Sociedad Rosacruz Inglesa, una sociedad secreta fundada en 1867 por Robert Wentworth Little. El dato tendría solo valor anecdótico si no fuera que varios de sus libros, por ejemplo “Zanoni”, parecen haberse escrito bajo la influencia de las ideas que Lytton ya tenía por su anterior participación en otras sociedades rosacruces.
Como acotación, un grupo de miembros de la Sociedad Rosacruz Inglesa creará en 1887 la Hermetic Order of the Golden Dawn in the Outer, u Orden Hermética del Dorado Amanecer en el Exterior, sociedad de la que fueron miembros, según se dice, Arthur Machen y Bram Stoker, creador de la obra literaria sobre Drácula. De todas maneras, los intereses literarios de Lytton no se agotaron en el ocultismo. Escribió novelas históricas, románticas, de misterio y fue, probablemente sin proponérselo, uno de los pioneros de la ciencia ficción. Precisamente, en 1871, Lytton publicó una extraña novela titulada “The Coming Race“. En español, fue editada como “La Raza Futura” o “La Raza que nos suplantará”. En el 2004, se publicó una edición en castellano, con el titulo “Vril, el Poder de la Raza Venidera”. En “The Coming Race“, el narrador, un joven estadounidense común y corriente, es conducido por un ingeniero de minas a un mundo subterráneo poblado por una raza extraña. Ese pueblo, llamado Vril-Ya, posee un poder misterioso llamado Vril. ¿De qué cosas se entera el protagonista acerca de los Vril-ya y el Vril?
Veamos lo que nos dice y lo que le dicen sobre la historia de los Vril-ya: “Según las primitivas tradiciones, los progenitores más remotos de la raza habitaron en un mundo en la superficie de la tierra, sobre el mismo lugar que sus descendientes entonces habitaban…la porción de la superficie habitada por los antepasados de esta raza sufrió inundaciones, no repentinas, sino graduales e incontrolables, en las que fueron sumergidos y perecieron todos, salvo un pequeño número…. Un grupo de la desdichada raza, invadida por las aguas del Diluvio, huyendo de ellas se refugió en cavernas entre las más altas rocas y vagando por hondonadas cada vez más profundas perdieron de vista para siempre el mundo de la superficie…. La palabra A-Vril era sinónimo de civilización y Vril-ya significaba “Las Naciones Civilizadas”, nombre común por el cual las comunidades que utilizaban tal agente se distinguían de las que estaban todavía en estado de barbarie”.
Sobre el Vril y sus efectos dice: “…no existe palabra alguna en ningún idioma, de los que yo conozco, que sea un sinónimo exacto de la palabra vril…Aquella gente creía que en el vril habían alcanzado a la unidad de las energías naturales…. Puede destruir como el rayo; en cambio, aplicado diferentemente, puede restablecer y vigorizar la vida, curar y reservar…Por medio del mismo agente atraviesan las sustancias más sólidas y abren valles al cultivo…Del mismo extraen la luz que les proporcionan sus lámparas…la guerra entre los descubridores del Vril cesó, por la sencilla razón de que desarrollaron el arte de destrucción a tal grado de perfeccionamiento que anularon toda superioridad en número, disciplina y estrategia militar. El fuego, concentrado en el hueco de una vara manejada por la mano de un niño, era capaz de abatir la más resistente fortaleza…Si un ejército se enfrentaba con otro y ambos dominaban tal agente no podía ocurrir otra cosa que la aniquilación mutua.… puesto que en la lucha un gran número han de perecer, la naturaleza selecciona a los más aptos. En nuestra raza, aún antes del descubrimiento del vril, solo las más elevadas organizaciones fueron preservadas. Hay en nuestros antiguos libros una leyenda, que en su tiempo fue creída por todos, según la cual fuimos traídos de una región que parece ser el mundo del que usted viene, a fin de perfeccionar nuestra condición y alcanzar el más puro refinamiento de nuestra especie por medio de las terribles luchas que nuestros antepasados tuvieron que desarrollar y que, una vez que nuestra educación se haya completado, estamos destinados a volver al mundo de la superficie y suplantar a todas las razas inferiores que hoy lo pueblan”.
Sobre el origen ario de los Vril-ya nos dice lo siguiente: “…mi convicción es que aquel pueblo, aunque originalmente de nuestra raza – y creo sinceramente, a juzgar por las raíces de su lenguaje, descendientes de los mismos antepasados de la gran familia aria de la cual, en corrientes diversificadas se ha desarrollado la civilización dominante en el mundo…”. David Icke, en su libro “Children of The Matrix” (“Hijos de Matrix”), nos explica que: “Treinta y seis ciudades subterráneas han sido descubierta en Cappadocia hasta ahora, y algunas son enormes complejos hacia abajo, hasta ocho niveles. Los sistemas de ventilación son tan eficientes que incluso ocho pisos abajo, el aire todavía es fresco. Treinta inmensas ciudades subterráneas y complejos de túneles han sido también encontrados cerca de Derinkuya en Turquía”.
Los Indios Hopi hablan de un mundo subterráneo llamado Sipapuni en donde dicen que se originó su tribu. Los hopis pertenecen al grupo de antiguos habitantes de la meseta central de los EE.UU., de unos 10 000 individuos, muchos de los cuales viven en Arizona en la reserva federal Pueblo Navajo. Existen fricciones entre los grupos hopi y navajo, que derivan de la invasión navaja de las tierras hopis en el pasado. En sus mitos nos explican que los humanos habitaban en un mundo primigenio, pero pecaron contra los dioses, entregando a la promiscuidad sexual y la agresividad. Por eso la Abuela Araña condujo los elegidos hacia un segundo mundo y destruyó el primero. La naturaleza perversa del hombre provocó que el proceso se repitiera, hasta llegar al cuarto mundo o mundo presente. Este cuarto mundo podría haber sido el resto de un gran diluvio universal o estar por encima del tercero. Los humanos habrían escalado un bambú gigante situado en el Gran Cañón del Colorado para huir de la destrucción anunciada. En esta migración un dios, Pahana, marchó hacia el este y tiene que volver pasados unos siglos (en un mito análogo al Quetzalcóatl). Varias leyendas y símbolos han pasado de generación en generación Hopi para reconocer Pahana cuando vuelva.
G. Warren Shufelt descubrió los túneles subterráneos debajo de Los Ángeles, de los cuales, los Indios Hopi han creído durante siglos que estaban habitados por una raza lagarto desde hace más de 5,000 años. A principios de 1934, “Los Angeles Times” publicaba un extraño reportaje, producto de la investigación de uno de sus periodistas: Jean Bosquet. La nota, que se anunciaba dentro de las noticias de primera plana, trataba sobre el descubrimiento de una enorme construcción subterránea bajo un ajetreado distrito de la ciudad de Los Angeles. Siempre según el periodista, un ingeniero de minas se proponía explorar el subsuelo de la zona, del cual había logrado trazar un mapa con ayuda de la última tecnología, a fin de alcanzar los tesoros existentes en las ruinas de lo que fue la “Ciudad de los hombres-lagarto hopi“.
Según parece, 1933no se presentó como un año demasiado bueno para la economía norteamericana. Los efectos de la Gran Depresión eran visibles en todo USA, donde mucha gente había perdido el empleo y dependía de la caridad o ayudas estatales.
En la vida de George Warren Shufelt, ingeniero especializado en minería, esto se había traducido en menos trabajo y más tiempo libre. Tenía ingresos que le permitían continuar su vida normal, pero ya no florecían los contratos de prospección minera o petrolera, pues los inversores no podían permitirse ser muy arriesgados. El ingeniero no era ningún tonto, de modo que decidió ocupar su tiempo libre en dos ocupaciones que le apasionaban: por un lado, investigar y perfeccionar tecnología de prospección; por otra parte, la búsqueda de información útil en fuentes no tradicionales. Y resultó ser que su dedicación tuvo resultados positivos muy pronto. En el campo tecnológico, tal parece que desarrolló y puso a punto un aparato para “escanear” terreno en busca de evidencias de vetas y otras formaciones. En su búsqueda de información valiosa, entrevistó a un anciano jefe indio que aceptó compartir con él las tradiciones orales que le habían sido relatadas a su pueblo desde tiempos inmemoriales.
En la vida de George Warren Shufelt, ingeniero especializado en minería, esto se había traducido en menos trabajo y más tiempo libre. Tenía ingresos que le permitían continuar su vida normal, pero ya no florecían los contratos de prospección minera o petrolera, pues los inversores no podían permitirse ser muy arriesgados. El ingeniero no era ningún tonto, de modo que decidió ocupar su tiempo libre en dos ocupaciones que le apasionaban: por un lado, investigar y perfeccionar tecnología de prospección; por otra parte, la búsqueda de información útil en fuentes no tradicionales. Y resultó ser que su dedicación tuvo resultados positivos muy pronto. En el campo tecnológico, tal parece que desarrolló y puso a punto un aparato para “escanear” terreno en busca de evidencias de vetas y otras formaciones. En su búsqueda de información valiosa, entrevistó a un anciano jefe indio que aceptó compartir con él las tradiciones orales que le habían sido relatadas a su pueblo desde tiempos inmemoriales.
De resultas de ambas cosas, puso a punto un proyecto para localizar vetas auríferas bajo la ciudad. Pero ni bien comenzó la puesta en marcha del rastreo subterráneo, Shufelt descubrió con sorpresa lo que parecía ser una enorme red de túneles y cámaras que abarcaba gran parte del centro de la ciudad, desde la biblioteca pública hasta Mount Washington y desde Pasadena hasta la zona sudoeste. Nada de ello encajaba en los conocimientos de Shufelt o sus ayudantes, que esperaban encontrar alguna vieja mina de los tiempos de los colonizadores, pero no una sofisticada y vasta red subterránea. De todas formas, el ingeniero mapeó el subsuelo y volvió a informarse con su contacto indígena. No estaba preparado para lo que escuchó. De acuerdo a lo que le explicaron los indios más ancianos, lo que Shufelt había encontrado era el último vestigio de una raza de lagartos humanoides, que tras una catástrofe inmemorial se habían refugiado en el subsuelo, construyendo esa red de túneles utilizando medios químicos y no mecánicos. Con el tiempo, esa extraña raza también se extinguió, quedando ese mundo subterráneo como mudo testigo de su existencia en este planeta. De acuerdo a las tradiciones indias, los hombres-lagarto conservaban memoria de su historia y logros en tablillas de oro grabadas.
Si algo habían registrado los aparatos de Shufelt como oro, no era una mina sino las bibliotecas que contenían esas tablillas. Es en 1934 cuando Shufelt obtiene el permiso necesario para excavar un pozo de exploración y por ese motivo le entrevistó el periodista del Times. Su grupo alcanza los 76 metros de profundidad en enero, 106 metros en febrero y de pronto, sin previo aviso, le son revocados todos los permisos. El 5 de marzo de 1934 es rellenado el pozo de exploración por parte de empleados del Ayuntamiento. No vuelve a hablarse del tema hasta 1947, cuando un periodista redescubre la historia original y entrevista a un representante de la Cámara de Comercio de Los Angeles, que declara: “Es bastante posible que ese laberinto existiera. Pero dado el actual desarrollo de proyectos -incluyendo edificios federales, estatales y del condado- hay pocas posibilidades de que futuras excavaciones puedan autorizarse“. Y esas declaraciones fueron proféticas: nunca volvió a excavarse la zona para rastrear los hallazgos de Shufelt y su grupo. El ingeniero, por algún motivo desconocido, se retiró de la vida pública y según parece falleció en 1957.
Según Raymond Bernard, no todos los ovnis serían extraterrestres: algunos provienen del interior del globo terráqueo que es parcialmente hueco y posee sendas aperturas en los polos. Se dice que el Almirante Byrd, explorador del Polo Norte, penetró en esta región desconocida, encontrando una tierra de clima templado con montañas, bosques, ríos, lagos, vegetación y vida animal. Para Brinsley le Poer Trench, miembro de la Cámara de los Lores británica, este mundo subterráneo habría sido construido por los habitantes de la Atlántida, para protegerse de catástrofes oceánicas y sísmicas. Las dos entradas localizadas en los polos (que habrían sido incluso fotografiadas por los satélites americanos) son las que dan acceso al mundo exterior. Allí se alojan desde hace más de once mil años los «barcos del espacio» que nos visitan en la actualidad. Robert E. Dickhoff y Michael Barton X, también son partidarios de la hipótesis de un mundo subterráneo.
Los platillos volantes -según ellos- son oriundos de una gran civilización integrada por siete metrópolis subterráneas, comunicadas entre sí por unos conductos huecos y con aperturas que afloran en el Tíbet, Siberia, América del Norte, Sudamérica y ciertas remotas cumbres montañosas. Según dicen fueron construidas por seres procedentes de Marte, que en su día habían acudido a colonizar la tierra y que se establecieron en ellas con el fin de escapar a la radioactividad que siguió a un conflicto atómico entre Atlántida y Lemuria. Sus naves interplanetarias entran y salen por las mencionadas aberturas superficiales y su propulsión se basa en las corrientes magnéticas planetarias. Se cree que sus tripulantes supervisan desde hace muchos siglos el destino de la humanidad.
En su libro “Agharta”, Robert E. Dickhoff cuenta de un monje tibetano que supo de una alianza de reptiles y brujos que utilizan magia negra, que estaban causando el caos y la destrucción en las sociedades en la superficie terrestre, proyectando malévolos campos de energía en la mente de las personas, usando lo que nosotros llamamos brujería o manipulación de la energía. Dickhoff dice que el monje condujo a 400 monjes guerreros a las cavernas para combatir a este “culto a la serpiente”. El erudito e investigador, J. J. Hurtak declara: “En nuestra investigación en África, el lejano Este y las montañas de América del Sur, hemos visto estatuas de seres monstruosos que, según la tradición India y chamanística, entraron en el interior de la Tierra en el tiempo de un gran cataclismo…”
Los apaches es un nombre colectivo dado a un grupo de naciones indígenas, culturalmente cercanos, del este de Arizona, noroeste de México (norte de los Estados de Sonora y Chihuahua), Nuevo México, y regiones de Texas y de las Grandes Llanuras. El término «apache» probablemente proceda del zuñi «apachu», que significa «enemigo»; de ahí el nombre que les pusieron los españoles. Se denominaban a sí mismos Ndee, que quiere decir «la gente». Los indios Apache cuentan historias de túneles entre sus tierras y la lejana ciudad de Tiahuanaco, en las montañas andinas de Bolivia, y afirman que sus ancestros viajaron durante años por esta ruta. Los jefes indios también aseguraron que los túneles fueron cavados por rayos que destruyen la roca viva. Y que sus creadores eran seres que vivían cerca de las estrellas.
Los Tuatha Dé Danann (“gente de la diosa Danu“) fueron el quinto grupo de habitantes de Irlanda según la tradición del Lebor Gabála Érenn (Libro de las Invasiones). Se piensa que representan a los dioses Irlandeses Goidelicos; los redactores cristianos los redujeron a reyes y a héroes históricos Un poema en el Libro de Leinster enumera a muchos de los Tuatha Dé, aunque finaliza “Aun cuando el autor los enumera, él no los adora“. Goibniu, Creidhne y Luchta son referidos como Trí Dée Dána (“Tres dioses de la artesanía“), y el nombre de Dagda es interpretado en textos medievales como “el buen dios”. Incluso después de ser reconocidos como gobernantes de Irlanda, personajes tales como Lug, Mórrígan, Aengus y Manannan aparecen en las historias ubicadas siglos más adelante, demostrando todos los signos de inmortalidad. Tienen muchos paralelos en el mundo céltico. Por ejemplo; Nuada es relacionado con el dios británico Nodens; Lug es un reflejo de la Deidad pan-Céltica Lugus; Tuireann está emparentado con el Gaélico Taranis; Ogma con Ogmios; y Badb con Catubodua.
Los Tuatha Dé según versiones de textos “cristianizados” descienden de Nemed, el líder de una raza anterior de habitantes de Irlanda. Vinieron de cuatro ciudades norteñas, Falias, Gorias, Murias y Finias, donde adquirieron sus habilidades ocultas y cualidades. Llegaron a Irlanda, cerca del 1 de mayo (la fecha del Festival de Beltaine), montados sobre nubes oscuras. La tradición pagana, consideraba a los Tuatha De Danann como dioses venidos del cielo. Llegaron a Irlanda, lucharon con los Fir Bolg, los Fir Domnann y los Galioin, así como con sus dioses los Fomoré, y se convirtieron durante un tiempo en los únicos señores de Irlanda. Cuenta la Leyenda, que arribaron a la Verde Erinn en barcos voladores envueltos en una densa nube oscura y que inicialmente no pudieron aterrizar, debido a que los gigantes Fomores, habían creado un campo de energía que no podían penetrar.
Conducidos por su rey, Nuada, lucharon en la Primera Batalla de Magh Tuiredh (Moytura), en la costa oeste, en la cual derrotaron y desplazaron a los torpes y deficientemente armados Fir Bolg, quienes entonces habitaban Irlanda. Nuada perdió un brazo durante la batalla, que el curandero Dian Cecht reemplazó con un brazo de plata. Existía una ley que obligaba a los reyes de los Thuata a no tener ninguna deficiencia física, y debido a su mano ya no podía continuar como rey. Fue sustituido por Bres, el medio Fomoriano, quien resultó ser un tirano. Entonces Miach le hizo un brazo de carne y hueso, y Nuada fue restablecido como rey. Posteriormente, los Tuatha Dé lucharón la Segunda Batalla de Magh Tuiredh en contra de los fomorianos. Nuada fue asesinado por el ojo venenoso de Balor, el rey de los Fomoré, pero Balor fue matado por Lug, que asumió el control como rey.
Una tercera batalla fue luchada contra una ola subsecuente de invasiones, los Milesianos, de Galicia, al noroeste de la Península Ibérica, descendientes de Míl Espáine (quiénes se piensan, representan a los Celtas Goidelicos). Los Milesianos encontraron a tres diosas de los Tuatha Dé: Ériu, Banba y Fodla, que pidieron que la isla fuese nombrada en honor a ellas; Ériu es el origen del nombre moderno Éire, y Banba y Fodla todavía se utilizan a veces como nombres poéticos para designar a Irlanda. Sus tres esposos, Mac Cuill, Mac Cecht y Mac Gréine, que eran reyes de los Tuatha Dé durante aquella época, pidieron una tregua de tres días, durante los cuales los Milesianos se embarcarían a nueve olas de distancia desde la orilla de la isla. Los Milesianos se conformaron con la petición, pero los Tuatha Dé crearon una tormenta mágica en una tentativa de conducirlos más lejos.
El poeta milesiano Amergin calmó el mar con sus versos, y frente a su pueblo desembarcó y derrotó a los Tuatha Dé en Tailtiu. Los Tuatha Dé fueron exiliados al subterráneo en los montes de Sidhe por El Dagda. Los Tuatha Dé Danann también lucharon contra la bruja Carman y sus tres hijos. Se dice que ellos introdujeron el uso de los carros de caballos y el culto druida en Irlanda. Podríamos llenar volúmenes con las referencias de visitas de ángeles “caídos” en conexión con la Tierra Hueca. Estas cuentas de los antiguos han sido descartadas durante siglos, y a menudo ridiculizadas y mal entendidas. Por ejemplo, los visitantes son a veces descritos como fantásticos en aspecto, a veces como teniendo “dos cabezas” o caras. Pero esta descripción es comprensible cuando realizamos que se refiere a una cara dentro de un casco espacial, que les pareció a nuestros ancestros como dos caras o dos cabezas.
Los “Hombres de Latón” o “Bronce” era también un título usado para los visitantes, posiblemente debido a los trajes metálicos que llevaban. Ellos también parecen haberse comunicado en voces extrañas (muchas lenguas). ¿No podría esto también ser explicado en términos prácticos? ¿Podrían las referencias acerca de los “ángeles caídos” en el Antiguo Testamento, en el Libro de Enoc o en los Rollos del Mar Muerto, por ejemplo, y estar basados en hechos concretos? Los Nefilim tenían que comenzar a hacer mediciones de la Tierra con relación a los planetas vecinos y estrellas, casi inmediatamente después de su ascenso desde sus hábitats subterráneos. Aunque no tenían ninguna prisa, ellos creían que podrían dejar el planeta cuando quisieran. La Tierra, ciertamente, no era su hogar, pero era mejor que nada en caso de emergencia. Pero por haber arribado repentinamente y por necesidad, estaban confundidos en relación a dónde estaban en términos celestiales, y en un dilema en cuanto a donde ir en el futuro.
Los Nefilim, con la ayuda de la raza Neandertal (curiosamente desaparecida casi repentinamente), construyeron y erigieron monumentos de piedra, y calendarios terrestres gigantescos en las planicies, para que sus astrónomos hicieran cálculos para orientarse correctamente en la galaxia. Hay una cierta evidencia que indica que los Nefilim no dejaron inmediatamente la tierra, porque temían que el sistema solar, después de la destrucción de Tiamat, estuviese magnéticamente inestable hasta el punto de impedirles abandonar la Tierra. El riesgo era demasiado grande. Ellos tampoco sabían si sus enemigos todavía estaban vigilando o si habían colocado alguna clase de sistema de alarma que señalizaría la presencia Nefilim. Los Nefilim establecieron sus cuarteles principales en la Atlántida, en el continente de Apalachia. Desde este centro, ellos podrían experimentar con los habitantes nativos de la Tierra, supervivientes de las culturas que fueron sacudidas por la reciente catástrofe celestial.
Casi todas las culturas nativas de la tierra registran la visita de extraños y avanzados seres que poseían poderes milagrosos. Una anécdota interesante que se repita a través de los antiguos registros es que los seres que nos visitaron nunca fueron muchos numéricamente. Los registros dicen que aparecieron en grupos de tres o cuatro miembros. El hecho de que los visitantes fueran tan pocos en número indica que eran realmente exploradores que pertenecían a un grupo más grande ubicado en alguna otra parte, que iban en misiones de reconocimiento, y eran un tipo de embajadores. Estos extraños seres podían curar enfermedades, suministrar alimento, dar consejos, dar magníficos regalos, hablaban en una extraña lengua, aunque se hacían entender por los nativos (¿telepatía?), eran muy inteligentes y señalaban a las distantes galaxias cuando se les preguntaba acerca de sus orígenes. Muchos textos registran que algunos de los visitantes eran también extremadamente vengativos (solo hace falta leer algunos capítulos de la Biblia). Y andaban detrás de minerales y de mano de obra humana.
Después de que fue construida la Atlántida, los ángeles “caídos” visitantes intentaron establecer el “Nuevo Orden” sobre sus súbditos, los habitantes nativos de la Tierra. Sus principios eran los mismos que los de Lucifer, el renegado arcángel del libro “El Paraíso Perdido”, de John Milton: “Mejor reinar en el infierno (probablemente la Tierra) que servir en el cielo”. Una de las maneras en que intentaron lograr su meta implicaba una intervención biogenética para alterar genéticamente a los habitantes de la Tierra. Según el Génesis: “Y aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas”. Y según el Kebra Nagast etíope: “Y las hijas de Caín, con quienes los ángeles concibieron compañía, pero ellas eran incapaces de producir a sus hijos, y morían. Y de los niños que estaban en sus vientres, algunos murieron, y otros salieron adelante, habiendo partido los vientres de sus madres, y salieron por sus ombligos”.
Los extraterrestres visitaron planetas vecinos y galaxias, pero ellos raramente interferían con la evolución de las especies que encontraron. Esta norma fue desatendida por los Nefilim. Y ellos sabían que habría para ellos un castigo por sus atroces acciones. En el Libro de Enoch podemos leer como el líder de los Nefilim (llamado Samjaza, Anzal, Belial, Enlil, etc.) habla de la hazaña con sus 200 compañeros: “Y luego Samjaza, quien era su líder, les dijo: Temo que, de hecho, vosotros no estaréis de acuerdo con esta hazaña, y yo solo tendré que pagar la pena por un gran pecado”. Fueron seleccionados individuos de varias tribus y con engaños fueron llevados a Atlántida, quizás bajo el pretexto de ser “escogidos” y especialmente favorecidos. El diseño de la Atlántida fue ideado de tal manera que hiciesen posible la segregación de poblaciones. Los testimonios de previas visitas a la Tierra pueden haber sido los Neandertales o los Cro-Magnon. Aunque se ha supuesto que estas civilizaciones estaban atrasadas, los paleo-arqueólogos están encontrando evidencias que contradicen esas suposiciones comúnmente sostenidas. Es conocido, sin embargo, que los Neandertales desaparecieron repentinamente de la Tierra sin ninguna razón conocida.
Los autores Max H. Flint y Otto O. Binder escribieron en su libro, “Humanidad, hija de las Estrellas: “El hombre Cro-Magnon apareció con unas misteriosas y mejoradas características esqueléticas, y con una capacidad craneal que asombrosamente supera en 100 centímetros cúbicos la capacidad craneal del hombre moderno… Un grado tan grande de expansión del cerebro no ocurrió en absolutamente ninguna otra especie en la Tierra en todas las edades del pasado y tampoco ningún gen ha mostrado evidencia de mutación cerebral de comparable magnitud desde la antigüedad”. Aquellas personas “afortunadas” que fueron escogidas para la hibridación por los Nefilim, heredaron un ADN alienígena y se volvieron moralmente corruptos. Algunas de estas personas fueron enviadas de regreso a sus tribus como reyes, poseyendo un gran poder mágico y enormes riquezas.
En adelante, el linaje sería extremadamente importante para los monarcas de la Tierra. En Atlántida se mantenían registros de todos sus humanos híbridos, cuya progenie, en adelante, sería favorecida y protegida. Es curioso que los mormones estén registrando el árbol genealógico de gran parte de la humanidad en superordenadores ubicados en Salt Lake City. Algunos investigadores afirman que después de la hibridación, los individuos genéticamente manipulados tenían vidas muy largas y podían mantenerse sin envejecer durante cientos de años. En la prehistoria, la mayoría de tribus eran predominantemente de tipo matriarcal, que es la razón por la que las aldeas de la Edad de Bronce eran circulares en su diseño. El posterior concepto de la “Mesa Redonda” del Rey Arturo indica la idea de que ningún hombre es superior y que el reinado (o parentesco) surge de la camaradería y colaboración de todos.
En muchas culturas, los guerreros muertos eran enterrados en montículos de piedra circulares, llamados sidhes (pronunciado shi). Esta palabra significa pecho femenino y los lugares de entierros realmente se ven de esa forma desde el espacio. La implicación es que los muertos eran colocados, de nuevo, dentro del vientre (representado por el pecho), símbolo de vida renovada. Los egipcios colocaban a sus muertos dentro de sarcófagos que eran símbolos del cuerpo humano. De hecho, el interior de la tapa del sarcófago tenía la imagen del cielo nocturno, con el cuerpo arqueado a imagen de la diosa madre Nuith. Claramente, las monarquías de todas las épocas han sido responsables de crímenes atroces. Y aún así, los monarcas siempre han dicho que reinaban por derecho divino. No obstante, los orígenes de la supuesta santidad de los reyes se remontan hasta los tiempos pre-diluvianos. La monarquía era un asunto de suma importancia en la Tierra, ya que los reyes no eran solamente los representantes de Dios sobre la tierra y se sentaban en el trono de Dios, sino que incluso eran llamados dioses por los mismos Dioses.
En la Atlántida se estudió la genética de los grupos seleccionados y los experimentos fueron continuados por siglos. Y, según testimonios, en algunos casos de abducciones actuales parece que también se realizan experimentos genéticos. Junto con sus capacidades extrasensoriales, los Nefilim también poseían grandes conocimientos científicos y tecnológicos. Tales ciencias eran comunes en las épocas pre-diluvianas y en la actualidad lo único que hacemos es redescubrir parte de esta ciencia. A este respecto es significativo que solo siete años después de la primera explosión atómica en Nuevo México, el doctor Oppenheimer, que conocía bien la antigua literatura sánscrita, estaba dando una conferencia en la Universidad de Rochester. Luego, en el turno de preguntas y respuestas, un estudiante hizo una pregunta a la que el doctor Oppenheimer contestó con una extraña reserva. Estudiante: “La bomba que se hizo estallar en Alamogordo, durante el proyecto Manhattan, ¿fue la primera en hacerse explotar? “. Doctor Oppenheimer: “Bueno…, sí. En tiempos modernos, sí, claro”. Quizá el doctor Oppenheimer recordaba un pasaje que había leído en el Mahabharata sobre una antigua guerra en que se introdujo una nueva arma aterradora.
El doctor Robert Oppenheimer, que tenía un amplio conocimiento de la literatura sánscrita y las leyendas hindúes, recordó cuando la primera explosión desgarró el cielo de Nuevo México, unos versos del antiguo Mahabharata, compuestos hace miles de años en la India pero extrañamente aplicables a la era nuclear. Muchos eruditos se han sorprendido por el hecho de que ciertas antiguas culturas, como la sumeria, la indo-aria y la egipcia tuviesen, de manera casi repentina, sofisticados alfabetos y avanzados conceptos matemáticos y cosmológicos. Sir Leonard Woolley (Londres, 1880 – 1960) fue un arqueólogo británico, conocido por sus excavaciones en la antigua ciudad sumeria de Ur (actual Irak) y por haber encontrado evidencia geológica del diluvio de Gilgamesh. Se le considera el primer arqueólogo moderno, y fue nombrado caballero en 1935 por sus contribuciones a la disciplina. En su “Ur of the Chaldees: A Record of Seven Years of Excavation” escribió: “No hay nada que mostrar en cuanto a que raza pertenecían los primeros habitantes de Mesopotamia… Hasta la fecha no podemos fijarla; las gentes de una nueva raza hicieron su camino hasta el valle, viniendo de donde no conocemos… “.
Y el profesor W.B. Emery escribió en su obra “Egipto Arcaico” lo siguiente: “Aproximadamente el 3.400 a. C. tuvo lugar un gran cambio en Egipto, y el país pasó rápidamente de un estado de avanzada cultura neolítica… a dos monarquías muy bien organizadas… al mismo tiempo que aparece la escritura. La arquitectura monumental y las artes y artesanías se desarrollaron en un grado sorprendente… parece que hay muy pocos antecedentes o ninguno a esos desarrollos …”. Andrew Colin Renfrew, Barón de Renfrew de Kaimsthorn, es un arqueólogo Britanico conocido por sus trabajos sobre la datación por radiocarbono, la prehistoria de los idiomas, la arqueogenetica, la arqueología procesual y la prevención del saqueo de sitios arqueológicos. Desarrolló la hipótesis Renfrew frente a la hipótesis de los kurganes. En 1956 Marija Gimbutas presentó la hipótesis de los kurganes, que combinaba arqueología y lingüística para ubicar la sede originaria de los pueblos hablantes del protoindoeuropeo (PIE). Gimbutas nombró al conjunto de culturas en cuestión «Kurgán» (palabra rusa tomada del túrquico, usada para determinar unos singulares túmulos sepulcrales) y siguió su supuesta difusión por Europa. La hipótesis tuvo un impacto significativo en los estudios protoindoeuropeos.
Los investigadores que estaban de acuerdo con Gimbutas, identificaban la cultura de Kurganes o de Yamna como reflejo de una sociedad protoindoeuropea temprana que existió en las estepas pónticas, que se extienden por Europa oriental, desde el norte del mar Negro y del Cáucaso hasta la frontera entre Rusia y Kazajistán, al sur de los montes Urales, desde el V milenio a. C. al III milenio a. C. La hipótesis Renfrew, que sostiene que los proto-indo-europeos vivieron 2.000 años antes de lo que propone la Hipótesis de los kurganes, en Anatolia, la Urheimat (patria originaria) de los indoeuropeos, según la cual los proto-indoeuropeos habrían surgido entre el VII y el VI milenio a.C. en Anatolia y desde allí se habrían expandido, por irradiación cultural y no por migración física, hacia Europa, difundiendo las conquistas de la Revolución agropecuaria del Neolítico. En el libro de Colin Renfrew, “Antes de la Civilización”, leemos el siguiente pasaje: “Los arqueólogos son conscientes de que los libros de texto sobre la prehistoria están bastante equivocados… Ha sido sugerido… que los cambios en las investigaciones sobre la prehistoria anuncian el cambio a un nuevo paradigma, necesario por el colapso del anterior paradigma…”.
Después de la hibridación, ciertos “escogidos” entre los hombres de la Tierra fueron llevados a los “círculos internos” de los visitantes. Esto pudo haber sido hecho por puras razones pragmáticas. Algunos de los modificados genéticamente fueron enviados de regreso a sus sociedades y aceptados como sacerdotes, maestros o incluso reyes. Pero en realidad eran servidores de los malignos guerreros de la Atlántida, quienes realmente reinaron a la sombra de los tronos, manteniéndose en contacto con sus representantes mediante el uso de poderosas “piedras que veían” de cristal. En el libro “Nuestro planeta atormentado”, de John Keel, podemos leer: “Según las tradiciones de muchos pueblos aislados, los primeros grandes emperadores en Asia fueron dioses-reyes que bajaron del cielo, exhibieron asombrosas habilidades extra-humanas y asumieron el control. Hubo una verdadera epidemia mundial de estos dioses-reyes entre 5,000 y 1,000 a.C…”. Y según Eklal Kueshana, en su libro “La última frontera”: “Eran también capaces de comunicaciones telepáticas. Su cercana cooperación a nivel mundial ha sido mantenida por medio de intercomunicación instantánea por telepatía, que era enseñada por ellos”.
Es desde esos tiempos que tenemos el concepto de iniciación en los llamados “misterios”, los cuales eran siempre una especie de poderoso conocimiento oculto, al que solamente unas pocas personas iniciadas podían acceder. Más tarde, después de que la humanidad desafió a los déspotas ángeles caídos, esos procesos de iniciación fueron mantenidos en secreto para mantener el conocimiento fuera del alcance de la Humanidad. Estos falsos representantes de Dios y gobernantes supremos impusieron impuestos, implementaron la esclavitud y el sacrificio, y generalmente vivían del trabajo de los terrestres. La gente nativa de la Tierra no se rebeló inmediatamente en contra de estos opresores extranjeros. Se impusieron líderes fuertemente agresivos, que se consideró eran necesitados después de la destrucción de Tiamat y las subsecuentes calamidades terrestres. Los falsos representantes prometieron orden, seguridad y privilegios. Instigaron el control jerárquico, la división del trabajo e indujeron condiciones que inevitablemente condujeron a que el hombre se desconectara de la naturaleza. La necesidad fomentó que la peor de las tiranías descendiese sobre la humanidad prehistórica.
Es lógico asumir que estos patrones de conducta no han surgido meramente como consecuencia de la evolución orgánica de nuestra especie, como abogan los modernos científicos. Creemos que es más consistente con los hechos postular una cierta interferencia externa. Y hay muchos mitos y leyendas que encubren, detrás de complejos eufemismos y alegorías, alusiones a este mismo hecho. Desde la presencia de los ángeles “caídos” y de su dominio, se extendieron los deportes competitivos, las pruebas de valor y la exaltación de las habilidades derivadas de la fuerza. También se originaron las guerras agresivas y la conquista de otras tribus y naciones. Asimismo se produjo la división de la gente en grupos de superior e inferior rango (origen de las castas). Debemos preguntarnos si tales hábitos eran intrínsecos en los humanos terrestres. De la presencia alienígena proviene la realización de asesinatos rituales y sacrificios humanos, para provocar miedo y dar sustento a los dioses. Se considera que grandes y pacíficas civilizaciones, respetuosas de la naturaleza, repentinamente cayeron en la corrupción, el libertinaje y las contiendas civiles. En las leyendas de los indios Tahoes (de California), se dice lo siguiente: “Hubo un tiempo en que su tribu poseía la Tierra entera y eran fuertes, numerosos y ricos. Pero llegó un día, cuando una gente se levantó más fuerte que ellos, los venció y los esclavizó. Después, el Gran Espíritu envió una inmensa ola a través del continente, desde el mar, y esta ola engulló tanto a los opresores como a los oprimidos, a todos menos a un grupo muy pequeño”.
Los registros de numerosas culturas nos llevan a la conclusión de que su declive y caída fue, de hecho, debido a interferencia externa. Los invasores ángeles “caídos” y sus servidores también inculcaron la idea de que la naturaleza era una amenaza para la Humanidad. Este instinto no es natural en los humanos terrestres nativos, sino que provendría de la visión de aquellos que no son de este planeta. Es extremadamente inverosímil que una filosofía tan perniciosa se hubiese podido originar en la humanidad. Por razones que desconocemos, aunque tal vez sea algo planificado, los historiadores han suprimido la mayor parte de la evidencia de los matriarcados pre-diluvianos. Todos los principios de las religiones post-diluvianas tienen sus raíces en los alienígenas. La mayor perversidad de sus naturalezas no podría ser mejor revelada que por la atenta lectura filosófica de estas supuestos llamados credos religiosos. De estos ángeles “caídos” viene la noción de un dios distante, inmaterial y punitivo, un demiurgo que requiere que el ser humano reprima sus instintos naturales y viva en constante culpa. De ellos también viene el pernicioso concepto de un dios caído, que tienta al incauto y lo conduce a una perdición eterna. Ellos también inculcaron que las mujeres son inferiores a los hombres. La poligamia, una práctica extendida en ciertas sociedades ancestrales, estaba basada en la necesidad de estas entidades biológicamente “superiores” en reproducirse tan rápido como fuese posible. Manteniendo a las mujeres en posiciones sumisas y sin educación, ya que estaban siendo usadas como incubadoras.
Las tribus que están en verdadera armonía con la naturaleza, y que desean permanecer así son repelidas por la sobrepoblación de la Tierra, como está pasando con las tribus del Amazonas. La rebelión estalló en la Atlántida, posiblemente debido a discordias entre distintas facciones de los opresores, uno de cuyos grupos había tomado partido por los humanos. Algunos dicen que un pequeño grupo de sacerdotes de los ángeles “caídos” se apiadó de la Tierra, e intentó restaurar la ley natural. Otros argumentan que ocurrió debido a la intervención de fuerzas galácticas que buscaban erradicar a los “ángeles caídos” de este planeta o, por lo menos, restringir sus operaciones de corrupción. Parece que los rebeldes decidieron que sería inútil entrar en las colonias de la Tierra para deponer a los semidioses atlantes. Mejor vayamos a la raíz del problema: la misma Atlántida.
Muchos de los mitos y leyendas hablan de guerras entre gigantes. Las historias tienen misteriosas semejanzas y muchas se refieren a esta tentativa de los habitantes de la Tierra de erradicar a extraños visitantes demoníacos. Según Immanuel Velikovsky, los sucesos que explica el Mahabharata en India, las guerras Troyanas y las guerras gaélicas en Irlanda, todas ocurrieron de manera simultánea. En la historia de Beowulf, una de las primeros leyendas del período tardío anglosajón, de nuevo encontramos la historia de fuerzas demoníacas que viven en lugares salvajes y cazan a las personas. Las leyendas tienen el mismo estribillo dondequiera que son encontradas. Todas hablan de los seres híbridos expulsados, viviendo en islas o debajo de la Tierra.¿Se trataba todo de una licencia creativa? En el poema épico Beowulf, el monstruoso gigante Grendel invade Hérot, la tierra de los daneses, volviéndola inhabitable ya que devoraba humanos sin que nadie se le opusiera. El héroe de los gautas, Beowulf, deja su tierra natal para derrotar al monstruo. El guerrero lo termina matando luego de una lucha a mano limpia. Y luego la madre de Grendel vuelve para vengarse, más terrible y poderosa, pero también sucumbe a manos de Beowulf.
Según se explica en Beowulf: “La madre de Grendel es un monstruo supremo, un “horror femenino” que queda de los días de Caín y Abel. Ella tiene ansias de vengar la muerte de su hijo a manos de Beowulf, la venganza devuelta del asesinato bíblico original. Grendel es un descendiente del Caín sub-humano; Beowulf, un descendiente de Abel. Un ciclo de matanzas en venganza se ha perpetuado. Dentro de esta trama, una enemistad sangrienta entre los gautas y los daneses finalmente ha terminado, reemplazada por la paz y la amistad (los dos lados se unieron para pelear contra Grendel). Hay un presagio de que más sangre se derramará y que el ciclo de venganza continuará”. En Atlántida, advertidos de esta rebelión por llegar, los humanos se habrían preparado para desocupar los recintos y derrocar a las tiranas élites tecnocráticas. Sabiduría, instrumentos y libros fueron rescatados y preservados. Las personas liberadas se embarcaron y con el uso de ciertos dispositivos procuraron volver a reubicarse en sus respectivas tierras. Algunos que no fueron capaces de hacerlo, se asentaron en tierras que desconocidas.
Este es claramente el caso con los Galos. De hecho está registrado que ellos vinieron de Irlanda, desde cuatro islas sagradas que fueron destruidas porque los gobernantes eran corruptos. En el mito irlandés, podemos leer sobre las sucesivas oleadas de colonizadores, todos declarando que, aunque políticamente estaban en la oposición, estaban emparentados con los ocupantes de la Atlántida. La historia de las migraciones ha sobrevivido hasta los tiempos modernos y ha sido recontada en obras maestras de ficción y de no-ficción. Lo podemos leer en obras de Charles Squire, Jim Fitzpatrick, Morgan Llewellyn, Ursula Le Guin, Frank Herbert y Robert Holdstock. Mucha de la gente que dejó la Atlántida había sido alterada genéticamente y poseían lo que se llamaba “poderes mágicos”, los cuales aterrorizaban a todos los demás humanos. Los sacerdotes extraterrestres que estaban del lado de la gente de la Tierra se colocaron a sí mismos como reyes, o más bien como consejeros de los reyes nativos, “mágicamente dotados”. Las leyendas del Rey Arturo hablan de tales seres, de los que es una muestra Merlín.
En estas y otras historias, el consejero, líder o rey poseía fortaleza, sabiduría, clarividencia, belleza y larga vida, que eran el resultado de modificaciones genéticas. Uno podría también recordar los extraños atributos de Grigori Rasputín, enigmático consejero oculto de la dinastía rusa de los Romanov en el siglo XIX. Grigori es una palabra griega que significa “ángel caído”. Se dice que poseía un talismán con propiedades mágicas. Magia era la palabra usada para altas tecnologías no comprendidas por los testigos de ese tiempo. Si una máquina funciona perfectamente, los resultados son como magia para los testigos. Las sagas celtas están llenas de menciones de armas “mágicas” y tesoros. Uno de los últimos era la “Piedra sagrada de Fal” que fue puesta debajo del trono del rey en Tara (Drumcain o Colina de las Serpientes). Esta piedra, se decía, gritaría si alguien que no era el elegido se sentaba al trono para ser coronado.
Podríamos preguntarnos que misterio es el que contiene este mito? La palabra Fal realmente significa piedra y es la raíz de la palabra fálico. La “Piedra de Fal” es, por lo tanto, la “Piedra de las Piedras”, probablemente un poderoso cristal que indicaría si una persona estaba genéticamente alterada de alguna forma. Esta piedra, como el lingam de los Hindús, se creía que estaba conectada con el planeta Saturno, para quienes gobernaban los reyes terrestres. En las leyendas hay referencias encubiertas a la manipulación genética. En tiempos prehistóricos, era imposible para alguien reinar en Irlanda si estaba “manchado”, una regla que era respetada. Las leyendas también están llenas de advertencias sobre las brujas que pueden ser identificadas como “malvadas” por sus extrañas marcas o deformidades.
Ha también muchas referencias a la pureza de linaje cuando se trata de un reinado. Esta pureza era esencial para tener solamente a su propio linaje en el trono. Innumerables rituales asociados con los reinados se basan en esto. Y en ciertas tribus existe la costumbre de estar “enlazado por la sangre”. En tales ceremonias, una persona que ha llegado a amar y respetar a otra, deja que corra su sangre y literalmente presiona esta herida contra aquella de su compañero, que también ha liberado su sangre. ¿Será este solo otro de los rituales paganos sin sentido? ¿Esto no significará que el parentesco tiene que ver con la misma sangre, no diferente sangre? Y que diríamos del cuento persa del “Genio en la botella”? ¿Podrían estos cuentos también encubrir hechos sobre laboratorios, malvados magos, hibridación y manipulación genética?
No todos los nativos que regresaban de la Atlántida encontraban fácil acceder a sus reinos o tierras. Durante el reinado de los tiranos alienígenas, la moral de los humanos esclavizados se había deteriorado, mientras la superstición se había incrementado. Cuando se supo que había ocurrido una rebelión en la Atlántida, los déspotas reinantes temieron por sus vidas y por su situación privilegiada. Mediante la manipulación y la propaganda, hicieron que la gente se volviera en contra de los recién llegados, a menudo mediante batallas. En este esfuerzo, el uso de traidores era especialmente útil. Ellos hacían correr falsos rumores de que los recién legados no eran salvadores que regresaban, sino que peligrosos brujos que podrían robarles los niños y traer enfermedades, cuando realmente eran los mismos tiranos reinantes los que lo efectuaban.
En todo el mundo podíamos encontrar dos posibles resultados. A veces triunfaban los liberados, desterrando, encarcelando o matando a los tiranos, o alternadamente, los tiranos seguían dominando continuando con sus crueles e inhumanos regímenes. En este último escenario, los atlantes liberados eran muertos, traicionados o encarcelados. Ellos, como los nativos menos dotados, vivirían en la pobreza y la servidumbre. Esta es la situación que encontramos por todas partes del globo desde las épocas prehistóricas. Y puesto que, en su mayoría, los tiranos permanecieron en el poder, fabricaron historias oficiales para engrandecerse y perpetuarse. Sus sacerdotes aliados eran especialmente cómplices en este esfuerzo. Sus mitógrafos retrasaron en el tiempo las fechas de la llegada de sus amos en cientos de miles de años, haciendo imposible más tarde a los investigadores juntar todos los datos. Los hechos se distorsionaron, dando lugar a los mitos, leyendas y cuentos de hadas.
Durante un cierro tiempo, parece que los esfuerzos de los rebeldes tuvieron éxito. Los humanos probablemente confiaron en que eran más numerosos. Sin embargo, los “malvados” que perdieron batallas o los que fueron depuestos continuaron practicando sus viles artes. Más importante aún, los descendientes de aquellos que habían sido genéticamente alterados también continuaron existiendo y procreándose. Éstos tenían dentro de sí los instintos de agresión y ansia de poder que eran naturales en sus antepasados. Ellos fueron lo que encontraron natural destruir la naturaleza y manipular y asesinar a sus compañeros humanos. Desde tiempos prehistóricos, encontramos personajes ascendiendo a la cima de la vida política y cultural, que trabajan asiduamente por el avance tecnológico y, sin embargo, demuestran poco amor o preocupación por la humanidad.
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